Publicado en Vanguardia Liberal en marzo 31 de 2010
Una de las prácticas que realiza la profesora Isabel Ocazionez, con sus estudiantes de Ecología de la Santo Tomas, es la polinización artificial, donde la mano humana remplaza a los polinizadores naturales. Es una práctica cada vez más frecuente entre los agricultores, ya que las indispensables abejitas sencillamente están desapareciendo… no sólo de Santander sino del planeta.
En su libro “El extraño silencio de las abejas” Vincent Tardieu cuenta que en la provincia de Sichuan (China) las abejas desaparecieron desde los años 1980, victimas de “un uso incontrolado de pesticidas”. Aparte de los pesticidas, también han contribuido al desastre biológico otras prácticas agrícolas que se masificaron a partir de la llamada Revolución Verde, como los monocultivos extensivos que devastan bosques y humedales. Es decir, biodiversidad. Sin abejas y otros animales benéficos, es la supervivencia humana la que está amenazada. Sobre todo en un contexto de impredecibles cambios climáticos.
Otros efectos sobre la producción de alimentos, como el empobrecimiento de suelos por masivas aplicaciones de agroquímicos, son amenazas reales que inquietan a los científicos desde hace varias décadas. La muerte masiva de vacas envenenadas por nitratos y la eutroficación que genera floraciones toxicas de algas son otros inquietantes fenómenos asociados.
Este antimodelo de producción de alimentos: depredador de plantas, animales y seres humanos desplazados es el que se implantó desde los años sesenta en casi todo el planeta, de la mano de multinacionales y asociados locales, únicos beneficiados en el proceso. Los únicos, ya que no se benefician los campesinos y agricultores, cada vez más llevados. Ni los ciudadanos, que deben consumir alimentos costosos y de baja calidad. Y mientras en la Unión Europea enormes cooperativas agrícolas se están pasando a la agricultura biológica, aquí Uribe y sus fieles siguen defendiendo el extravagante modelo. ¿Es este modelo el que proponen algunos reelegir a través del falso positivo de Santos?
En la pesca ocurre un descalabro similar. Escribo esta columna desde Cartagena, esta mañana observaba como 15 curtidos pescadores se esforzaron durante horas para arrastrar a la playa una red que sólo traía un pez de tamaño mediano, dos pequeños y muchísimos peces diminutos. Los pescadores saben que están acabando con el futuro de su comida y su trabajo, pero el perverso sistema los obliga a convertirse en víctimas y verdugos de su fuente de subsistencia.
Una de las prácticas que realiza la profesora Isabel Ocazionez, con sus estudiantes de Ecología de la Santo Tomas, es la polinización artificial, donde la mano humana remplaza a los polinizadores naturales. Es una práctica cada vez más frecuente entre los agricultores, ya que las indispensables abejitas sencillamente están desapareciendo… no sólo de Santander sino del planeta.
En su libro “El extraño silencio de las abejas” Vincent Tardieu cuenta que en la provincia de Sichuan (China) las abejas desaparecieron desde los años 1980, victimas de “un uso incontrolado de pesticidas”. Aparte de los pesticidas, también han contribuido al desastre biológico otras prácticas agrícolas que se masificaron a partir de la llamada Revolución Verde, como los monocultivos extensivos que devastan bosques y humedales. Es decir, biodiversidad. Sin abejas y otros animales benéficos, es la supervivencia humana la que está amenazada. Sobre todo en un contexto de impredecibles cambios climáticos.
Otros efectos sobre la producción de alimentos, como el empobrecimiento de suelos por masivas aplicaciones de agroquímicos, son amenazas reales que inquietan a los científicos desde hace varias décadas. La muerte masiva de vacas envenenadas por nitratos y la eutroficación que genera floraciones toxicas de algas son otros inquietantes fenómenos asociados.
Este antimodelo de producción de alimentos: depredador de plantas, animales y seres humanos desplazados es el que se implantó desde los años sesenta en casi todo el planeta, de la mano de multinacionales y asociados locales, únicos beneficiados en el proceso. Los únicos, ya que no se benefician los campesinos y agricultores, cada vez más llevados. Ni los ciudadanos, que deben consumir alimentos costosos y de baja calidad. Y mientras en la Unión Europea enormes cooperativas agrícolas se están pasando a la agricultura biológica, aquí Uribe y sus fieles siguen defendiendo el extravagante modelo. ¿Es este modelo el que proponen algunos reelegir a través del falso positivo de Santos?
En la pesca ocurre un descalabro similar. Escribo esta columna desde Cartagena, esta mañana observaba como 15 curtidos pescadores se esforzaron durante horas para arrastrar a la playa una red que sólo traía un pez de tamaño mediano, dos pequeños y muchísimos peces diminutos. Los pescadores saben que están acabando con el futuro de su comida y su trabajo, pero el perverso sistema los obliga a convertirse en víctimas y verdugos de su fuente de subsistencia.
1 comentario:
Gracias... Muy importante advertencia... Vea mi libro del 2015 "Los 7 jinetes del Apocalipsis Alimentario" disponible en www.amazon.com, hay imágenes y resumen en www.apocalipsisalimentario.blogspot.com. Saludos
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