Publicado en Vanguardia Liberal en octubre 6 de 2010
La semana pasada la Secretaria de Estado de Estados Unidos –Hillary Clinton- pidió perdón a Guatemala por los ensayos realizados con seres humanos en ese país, entre 1946 y 1948. Los “científicos” gringos infectaron a decenas de personas con sífilis y gonorrea con el propósito de establecer el comportamiento de la penicilina frente a las temibles venéreas. El monstruoso experimento fue conocido gracias a las indagaciones adelantadas por Susan Reverby, catedrática en el Wellesley College. Este caso constituye uno más de los numerosos y aberrantes “estudios” realizados durante el siglo XX -en diferentes países- con seres humanos que fueron utilizados como conejillos de Indias.
Como antecedentes del caso anterior se puede señalar el Experimento Tuskegee (Alabama, USA) entre 1932 y 1972, en el que se infectó con sífilis a 400 pacientes negros, a los que no se aplicó ningún tratamiento, simplemente para observar la evolución de la enfermedad. Hace 15 años escribí una columna sobre el perdón solicitado por el Presidente Bill Clinton por los ensayos realizados en su país (hasta 1970) con mujeres embarazadas, niños y prisioneros expuestos a dosis excesivas de radiaciones ionizantes (algunos en los testículos), con el propósito de evaluar sus efectos sobre los astronautas.
También mencioné en esa columna los ensayos realizados en la Ex-Unión Soviética (años sesenta) con un grupo de hombres bautizados con el significativo nombre de cosmonautas número cero. Cosmonautas que nunca volaron al espacio, pero que soportaron aceleraciones bruscas, compresiones extremas, descompresiones y hasta centrifugaciones que dejaron a tres de cada cuatro cosmonautas gravemente heridos o con serios efectos secundarios.
Durante el Juicio de Nuremberg, ejecutivos de IG Farben, empresa química asociada a los nazis (y a empresas gringas), fueron acusados de practicar la esclavitud y realizar ensayos con humanos. IG Farben fabricaba el gas Zyklon B usado en las cámaras de gases.
Son menos conocidos los ensayos con humanos realizados en la ex República Democrática Alemana luego de la caída de Hitler y la llegada del “socialismo”. En mi libro Venenos en el Hogar (2006) se recuerda el tratamiento con drogas peligrosas que recibieron cientos de deportistas durante 20 años (Expediente 14.25). Los fármacos aplicados a jóvenes atletas fueron relacionados con cáncer, esterilidad, infartos y masculinización de chicas, entre otros efectos. Estas masculinizadas chicas, por supuesto, obtenían excelentes resultados deportivos.
La semana pasada la Secretaria de Estado de Estados Unidos –Hillary Clinton- pidió perdón a Guatemala por los ensayos realizados con seres humanos en ese país, entre 1946 y 1948. Los “científicos” gringos infectaron a decenas de personas con sífilis y gonorrea con el propósito de establecer el comportamiento de la penicilina frente a las temibles venéreas. El monstruoso experimento fue conocido gracias a las indagaciones adelantadas por Susan Reverby, catedrática en el Wellesley College. Este caso constituye uno más de los numerosos y aberrantes “estudios” realizados durante el siglo XX -en diferentes países- con seres humanos que fueron utilizados como conejillos de Indias.
Como antecedentes del caso anterior se puede señalar el Experimento Tuskegee (Alabama, USA) entre 1932 y 1972, en el que se infectó con sífilis a 400 pacientes negros, a los que no se aplicó ningún tratamiento, simplemente para observar la evolución de la enfermedad. Hace 15 años escribí una columna sobre el perdón solicitado por el Presidente Bill Clinton por los ensayos realizados en su país (hasta 1970) con mujeres embarazadas, niños y prisioneros expuestos a dosis excesivas de radiaciones ionizantes (algunos en los testículos), con el propósito de evaluar sus efectos sobre los astronautas.
También mencioné en esa columna los ensayos realizados en la Ex-Unión Soviética (años sesenta) con un grupo de hombres bautizados con el significativo nombre de cosmonautas número cero. Cosmonautas que nunca volaron al espacio, pero que soportaron aceleraciones bruscas, compresiones extremas, descompresiones y hasta centrifugaciones que dejaron a tres de cada cuatro cosmonautas gravemente heridos o con serios efectos secundarios.
Durante el Juicio de Nuremberg, ejecutivos de IG Farben, empresa química asociada a los nazis (y a empresas gringas), fueron acusados de practicar la esclavitud y realizar ensayos con humanos. IG Farben fabricaba el gas Zyklon B usado en las cámaras de gases.
Son menos conocidos los ensayos con humanos realizados en la ex República Democrática Alemana luego de la caída de Hitler y la llegada del “socialismo”. En mi libro Venenos en el Hogar (2006) se recuerda el tratamiento con drogas peligrosas que recibieron cientos de deportistas durante 20 años (Expediente 14.25). Los fármacos aplicados a jóvenes atletas fueron relacionados con cáncer, esterilidad, infartos y masculinización de chicas, entre otros efectos. Estas masculinizadas chicas, por supuesto, obtenían excelentes resultados deportivos.
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