sábado, octubre 30, 2010

Litio: el oro blanco

Publicado en Vanguardia Liberal en agosto 18 de 2010


Las características particulares del litio lo han convertido en una materia prima esencial en incontables procesos: farmacéutica, siderúrgica, baterías, vidrios y energía nuclear, entre otros. Por ello su demanda y precio aumentan cada año. La tonelada de litio cuesta nueve veces lo que vale la tonelada de petróleo, el “oro negro”. De ahí que el litio sea llamado el “oro blanco”.

La comparación con el oro negro es válida ya que uno de los usos que ha disparado la demanda de litio son las baterías de ion litio, usadas en celulares, computadores y vehículos eléctricos. Los fabricantes esperan tener en el mercado millones de vehículos eléctricos en los próximos años, que remplacen los de gasolina, de ahí que muchas multinacionales andan detrás de los yacimientos de litio.

Las mayores reservas de litio se encuentran en América Latina, sobre todo en el famoso salar de Uyuni en Bolivia. Allá, el gobierno de Evo Morales le ha planteado a las multinacionales que el mineral no se venderá como simple materia prima, sino que la industrialización (valorización) del mineral empezará en su país. En ese sentido, Bolivia inaugura por estos días una planta piloto para producir carbonato de litio y cloruro de potasio.

La propuesta ha interesado a multinacionales asiáticas y europeas; no se plantea cerrarles la puerta a estas empresas, sino proponerles negocios en los que las dos partes ganen. No como ocurre ahora, cuando las ganancias se van para los países industrializados y los nuestros heredan los desastres ambientales y la degradación social asociada.

El caso del litio es aleccionador. Un kilo de material bruto cuesta cerca de 10000 pesos mientras que el kilo de carbonato de litio (vendido como medicamento en una farmacia) se vende en unos 700.000 pesos. Iguales o mayores proporciones se registran entre otras materias primas en bruto y los productos terminados. Por ello, desde hace rato está claro que el negocio se encuentra en la valorización de las materias primas, algo que no han entendido nuestros empresarios y gobiernos, quienes siguen creyendo que vamos a salir del desempleo y la pobreza a punta de montar fabricar de chancletas, longanizas y empanadas; desechando los proyectos de trascendencia científica y tecnológica que evidentemente exigen inversiones en educación, conocimiento e infraestructura.

Bien por la propuesta de Santos de destinar el 10% de regalías a ciencia y tecnología.

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