Publicado en Vanguardia Liberal en julio 28 de 2010
En columnas anteriores he mencionado las amenazas que se ciernen sobre el abastecimiento de agua para el Área Metropolitana de Bucaramanga por cuenta del desarrollo de proyectos de minería a cielo abierto en el páramo de Santurban. La amenaza no es sólo para Bucaramanga sino también para municipios del Norte de Santander; según Corponor, 2.2 millones de personas –de aquí y de allá- utilizan el agua que nace en el Santurban.
Mañana –a partir de las 8 am- la Asamblea Departamental de Santander realizará un debate sobre el tema, por lo que vale la pena revisar algunas cifras (tomadas de informes de la CDMB y la Greystar) que retratan la magnitud del daño que se perpetrará contra el páramo… si dejamos que el demencial despropósito continúe. Hay que reiterar que no existe ningún punto de comparación entre los problemas que genera la minería artesanal, que se practica en esos sitios desde hace rato, y el impacto previsto para este proyecto minero, considerado uno de los más grandes del mundo.
El proyecto de la Greystar contempla la remoción de más de mil millones de toneladas de material durante su operación, cerca de 250.000 toneladas diarias. Es como excavar varias piscinas olímpicas… ¡¡¡ cada día!!! Imagínense el tamaño del hueco que quedará cuando termine la explotación dentro de 15 años. Para entonces nos quedaremos sin agua, sin el empleo que genera la minería artesanal y con millones de toneladas de escombros y contaminantes regados en los valles y corrientes. Para la remoción del material se utilizarán 230 toneladas diarias (!!!) de explosivos. Con tanto loco suelto en este país, produce escalofríos pensar en esas toneladas transitando permanentemente por nuestras precarias vías.
Aparte de la destrucción física del páramo, la extracción de los metales que contiene el material implica el uso de 40 toneladas diarias de cianuro. El cianuro en minería ya fue prohibido en varios países europeos, como recuerda el ex Ministro de Medio Ambiente Manuel Rodríguez en su columna del domingo en EL TIEMPO. El Parlamento Europeo ha propuesto su prohibición en toda Europa, aduciendo que: “El cianuro es una sustancia química de alta toxicidad que puede tener un impacto catastrófico e irreversible sobre la salud humana, el medio ambiente y la biodiversidad”. “El derrame de cianuro ha ocasionado treinta accidentes de la mayor gravedad en el mundo”.
En columnas anteriores he mencionado las amenazas que se ciernen sobre el abastecimiento de agua para el Área Metropolitana de Bucaramanga por cuenta del desarrollo de proyectos de minería a cielo abierto en el páramo de Santurban. La amenaza no es sólo para Bucaramanga sino también para municipios del Norte de Santander; según Corponor, 2.2 millones de personas –de aquí y de allá- utilizan el agua que nace en el Santurban.
Mañana –a partir de las 8 am- la Asamblea Departamental de Santander realizará un debate sobre el tema, por lo que vale la pena revisar algunas cifras (tomadas de informes de la CDMB y la Greystar) que retratan la magnitud del daño que se perpetrará contra el páramo… si dejamos que el demencial despropósito continúe. Hay que reiterar que no existe ningún punto de comparación entre los problemas que genera la minería artesanal, que se practica en esos sitios desde hace rato, y el impacto previsto para este proyecto minero, considerado uno de los más grandes del mundo.
El proyecto de la Greystar contempla la remoción de más de mil millones de toneladas de material durante su operación, cerca de 250.000 toneladas diarias. Es como excavar varias piscinas olímpicas… ¡¡¡ cada día!!! Imagínense el tamaño del hueco que quedará cuando termine la explotación dentro de 15 años. Para entonces nos quedaremos sin agua, sin el empleo que genera la minería artesanal y con millones de toneladas de escombros y contaminantes regados en los valles y corrientes. Para la remoción del material se utilizarán 230 toneladas diarias (!!!) de explosivos. Con tanto loco suelto en este país, produce escalofríos pensar en esas toneladas transitando permanentemente por nuestras precarias vías.
Aparte de la destrucción física del páramo, la extracción de los metales que contiene el material implica el uso de 40 toneladas diarias de cianuro. El cianuro en minería ya fue prohibido en varios países europeos, como recuerda el ex Ministro de Medio Ambiente Manuel Rodríguez en su columna del domingo en EL TIEMPO. El Parlamento Europeo ha propuesto su prohibición en toda Europa, aduciendo que: “El cianuro es una sustancia química de alta toxicidad que puede tener un impacto catastrófico e irreversible sobre la salud humana, el medio ambiente y la biodiversidad”. “El derrame de cianuro ha ocasionado treinta accidentes de la mayor gravedad en el mundo”.
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