Publicado en Vanguardia Liberal en julio 14 de 2010
A pesar de los avances logrados en la comprensión de la enfermedad, lo cierto es que los casos de cáncer continúan aumentando en el ámbito mundial. Si bien es una enfermedad muy antigua (mencionada en papiros hace 3500 años) su notable crecimiento en el siglo XX, ha llevado a los científicos a relacionarla con las formas de vida desarrolladas por las sociedades consumistas. De ahí que el eslogan del último Día Mundial contra el Cáncer fue: “El cáncer también se puede prevenir”. El problema es que las acciones preventivas tocan intereses económicos de empresas, que ponen el dinero por encima de la salud y vida de millones.
La Organización Mundial de la Salud, por ejemplo, viene insistiendo desde hace décadas que el consumo de cigarrillo es una causa fundamental del cáncer de pulmón y otros. Sin embargo, son conocidas las mañas que adelantaron durante decadas las empresas tabacaleras de Estados Unidos para ocultar los estudios que demostraban la peligrosidad del cigarrillo. Y cuando las autoridades gringas empezaron a judicializarlas por “engañar al público”, muchas trastearon sus intereses a países con menos controles, como Colombia (Es un caso parecido al de las grandes empresas mineras). En este proceso la multinacional tabacalera Phillips Morris compro a Coltabaco y ahora se disputa la posesión de Protabaco con British American Tobacco (BAT).
Por supuesto que las tabacaleras se oponen a la aplicación en Colombia de los artículos 9 y 10 del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco, que Colombia suscribió hace solo un año.
Problemas similares al tabaco se presentan con otras sustancias químicas que han sido asociadas al cáncer y otras enfermedades, como son los metales pesados, pesticidas y perturbadores endocrinos en el aire, el agua potable y la comida; también en plásticos, cosméticos, tinturas y detergentes, entre otros. Por lo demás, se ha comprobado que las personas que tienen mayor riesgo de morir de cáncer pertenecen a estratos de bajo nivel económico y educativo.
Lo que es lógico. Ya que las personas pobres tienen menor acceso a la educación y generalmente trabajan en condiciones de alta inseguridad e insalubridad. Además, se alimentan mal ya que sus posibilidades económicas no les permiten comprar comida de buena calidad. Combatir el cáncer en serio, va mas allá de la simple aplicación de quimioterapias y radioterapias a la lata.
A pesar de los avances logrados en la comprensión de la enfermedad, lo cierto es que los casos de cáncer continúan aumentando en el ámbito mundial. Si bien es una enfermedad muy antigua (mencionada en papiros hace 3500 años) su notable crecimiento en el siglo XX, ha llevado a los científicos a relacionarla con las formas de vida desarrolladas por las sociedades consumistas. De ahí que el eslogan del último Día Mundial contra el Cáncer fue: “El cáncer también se puede prevenir”. El problema es que las acciones preventivas tocan intereses económicos de empresas, que ponen el dinero por encima de la salud y vida de millones.
La Organización Mundial de la Salud, por ejemplo, viene insistiendo desde hace décadas que el consumo de cigarrillo es una causa fundamental del cáncer de pulmón y otros. Sin embargo, son conocidas las mañas que adelantaron durante decadas las empresas tabacaleras de Estados Unidos para ocultar los estudios que demostraban la peligrosidad del cigarrillo. Y cuando las autoridades gringas empezaron a judicializarlas por “engañar al público”, muchas trastearon sus intereses a países con menos controles, como Colombia (Es un caso parecido al de las grandes empresas mineras). En este proceso la multinacional tabacalera Phillips Morris compro a Coltabaco y ahora se disputa la posesión de Protabaco con British American Tobacco (BAT).
Por supuesto que las tabacaleras se oponen a la aplicación en Colombia de los artículos 9 y 10 del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco, que Colombia suscribió hace solo un año.
Problemas similares al tabaco se presentan con otras sustancias químicas que han sido asociadas al cáncer y otras enfermedades, como son los metales pesados, pesticidas y perturbadores endocrinos en el aire, el agua potable y la comida; también en plásticos, cosméticos, tinturas y detergentes, entre otros. Por lo demás, se ha comprobado que las personas que tienen mayor riesgo de morir de cáncer pertenecen a estratos de bajo nivel económico y educativo.
Lo que es lógico. Ya que las personas pobres tienen menor acceso a la educación y generalmente trabajan en condiciones de alta inseguridad e insalubridad. Además, se alimentan mal ya que sus posibilidades económicas no les permiten comprar comida de buena calidad. Combatir el cáncer en serio, va mas allá de la simple aplicación de quimioterapias y radioterapias a la lata.
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