He
advertido en columnas anteriores que todos los que vivimos cerca al
ecuador estamos expuestos a dosis extremas de radiaciones
ultravioleta (UV), procedentes del sol, como consecuencia del
deterioro de la capa de ozono. El Ideam reporta en su página esta
semana que -en Bucaramanga- el Índice UV está entre 12.5 y 12.9.
Una intensidad considerada “máxima” es de 11. Entonces, más de
12 implica un enorme riesgo –entre otras enfermedades- de cataratas
y cáncer de piel.
Si comparamos con el Índice UV de ciudades
europeas, más lejanas del ecuador, donde las radiaciones no llegan
directamente, vemos que para Paris o Londres –esta semana- el
Índice UV está entre 1 y 2 (“Bajo”).
En
el mismo sentido, un estudio publicado este año por el Centro
Dermatológico Federico Lleras (que también mencioné en columnas
anteriores) advierte sobre un aumento de cáncer de piel en Colombia,
asociado -en gran medida- a “la exposición de los niños al sol”.
Por lo mismo, recomiendan a los colegios que los niños y jóvenes no
deben realizar actividades físicas al aire libre entre las 11 am y
las 4 pm, horas de mayor intensidad solar. Ahora, si las actividades
se realizan bajo arboles de gran tamaño y follaje, por supuesto que
el riesgo baja notoriamente.
Por
ello sería interesante que la alcaldía de Bucaramanga nos explicara
si estos elementos se consideraron al tomar la determinación de
sacrificar muchos árboles en la Escuela Normal, para construir el
intercambiador del Mesón de los Búcaros. Actualmente los niños de
la Escuela Normal desarrollan sus actividades lúdicas y deportivas
protegidos por 126 árboles de gran tamaño.
Después del
“arboricidio”: ¿Van a quedar sometidos a estas mortales
exposiciones UV? ¿Cuál de las dos autoridades ambientales otorgó
el permiso para esta enésima matanza de árboles? Sobre todo que
Bucaramanga –según el Plan de Desarrollo (pagina 109)- solo
dispone de 4.5 metros cuadrados de espacio público por habitante, y
debe ampliar este índice mínimo a 10 (En el norte de Europa
disponen de 50 m2 de espacio verde/ habitante).
Raro que para mejorar
este vergonzoso índice, en lugar de sembrar árboles, estamos
acabando los pocos que quedan.
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