La
revista francesa
de
divulgación científica “Science y Vie” publicó -en noviembre
2013- un informe sobre el salmón cultivado, titulado “La historia
ya no es tan rosa”. La historia empieza en los pasados años
setenta cuando, para salvar de la desaparición a los salmones
silvestres del Atlántico amenazados por la pesca intensiva, se
propone cultivarlos para atender la creciente demanda y repoblar las
corrientes naturales de agua.
Cuarenta años más tarde los
cultivadores de salmones reportan ganancias pues el consumo de salmón
aumentó en todo el mundo, gracias a la reducción del precio del
producto, resultado de la masificación de los cultivos. También ha
ayudado a su promoción el hecho de que es (¿o era?) un pescado rico
en Omega 3, un ácido graso asociado a beneficios para la salud. Hoy
en Colombia todos los supermercados ofrecen salmón cultivado.
Sin
embargo, el informe de S&V analiza aspectos negativos del salmón
cultivado en granjas existentes, sobre todo en países como Noruega,
Chile, Canadá y Escocia. Un problema es que las granjas productoras
de salmón se han convertido en fuentes importantes de desechos y de
enfermedades que amenazan otras especies cercanas, incluidos los
salmones silvestres. Estos salmones: “paradójicamente se
encuentran amenazados por el salmón cultivado, que se suponía los
iba a salvar”, advierte el informe
En
el tema de la salud humana también hay problemas. Cuando se
iniciaron los cultivos, los salmones (carnívoros) eran alimentados
con otras especies más pequeñas (10 kilogramos para producir uno de
salmón), lo que llevó a la virtual extinción de algunas especies.
Por lo mismo, fue necesario remplazar progresivamente estos peces
pequeños por vegetales como derivados de soya, trigo o colza. El
resultado es que estos salmones cultivados tienen menos Omega -3. Un
estudio noruego advierte que entre 2005 y 2009 “el contenido de
Omega -3 cayó en un 50 % en los cultivados”.
Para completar, los
vegetales consumidos contienen pesticidas y otros tóxicos que se
han detectado en los salmones. En este contexto, en Noruega limitaron
el consumo de salmón para mujeres jóvenes y embarazadas. Y la
exigencia a las empresas es que deben producir bajo principios de
Agricultura Ecológica.
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