Publicada en Vanguardia Liberal en agosto 14 de 2013
Escribía
en una columna de abril que ese mes ya no es el de las lluvias mil,
pues tuvimos un clima muy seco y caluroso en ese momento; que
ocasionó racionamientos de agua en varios municipios de Santander. Y
ahora, en agosto, ocurre lo contrario: en un mes tradicionalmente
“seco”, no para de llover en Bucaramanga. Aunque en otros sitios
se padece una sequía atroz. Anomalías climáticas que afectan
dramáticamente la producción agrícola nacional, ya herida de
muerte por los TLC.
El tema no es nuevo.
Recordemos que la tragedia del 2005, asociada al desbordamiento del
Rio de Oro, ocurrió por lluvias anormalmente prolongadas en
febrero; un mes históricamente “seco”. En las costas, las cosas
no están mejor; muchas ciudades y pueblos amenazados por el aumento
del nivel del mar asociado al calentamiento global. Leo en diferentes
medios que “El mar se traga a Tierra Bomba”; la isla que está
frente a Cartagena, la misma donde el mar ya se llevó 70 casas. El
fenómeno se evidencia también en algunas playas turísticas que han
desaparecido.
Se
trata de fenómenos que fueron pronosticados hace más de 20 años
por los científicos; de ahí que muchos países hayan tomado medidas
para prevenir los cambios anunciados y además adaptarse a fenómenos
que se agravan cada día que pasa. Aquí no; aquí nos gastamos la
plática en santísimos tejemanejes.
Es
que -en países como Colombia- no estamos haciendo absolutamente nada
para aportar nuestro granito de arena en la prevención del problema
global y menos para prepararnos frente a los cambios que ya llegaron.
La última cifra de deforestación en Colombia es de unas 148.000
hectáreas anuales; algo así como la mitad del departamento del
Atlántico, de bosques que desaparecen cada año. Cifra muy alta así
se haya reducido con relación al año anterior.
El
caso es que la concentración de gases de invernadero sigue
aumentando en la atmosfera; las últimas mediciones (mayo 2013)
indican que la concentración de bióxido de carbono en la atmosfera
llegó por primera vez en la breve historia humana a 400 partes por
millón. La responsable de Naciones Unidas para el clima advirtió
que -con esta concentración- “el planeta entró en una zona de
peligro".
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