Publicado en Vanguardia Liberal en mayo 6 2009
Es un hecho que el gobierno del presidente Álvaro Uribe no ha hecho mayor cosa para mejorar la dramática situación social; la crisis humanitaria ha tomado una dinámica que resulta francamente explosiva. Basta recordar que Colombia es el segundo país del mundo -después de Sudán- en producir el mayor número de desplazados.
A la anterior vergüenza, habría que agregarle las inquietantes cifras de desempleo y el drama de los millones que se rebuscan en los semáforos y basureros (recicladores que hoy deben competir con Ecoeficiencia, una de las empresas de los multimillonarios hijitos de Uribe). Los que sobreviven con el precario salario mínimo y la inestabilidad laboral, no están mucho mejor. ¿Será que estos millones de compatriotas tienen seguridad en sus vidas y la de sus hijos?
Para disimular el desastre humanitario, se dice que Uribe no ha hecho nada por lo social (ni por las vías, ni la producción agrícola, ni la salud, ni la educación) pero que -de todos modos- ha mejorado la seguridad en las vías a la Costa en vacaciones. Pero, en los países serios, el que la gente salga a vacaciones escoltados por tanques y helicópteros artillados no es un síntoma de seguridad, sino de inseguridad. Sobre todo que la seguridad en las ciudades no ha mejorado, todo lo contrario, como lo confirman los noticieros.
Es que resulta apenas lógico que muchos de esos millones de colombianos -sin empleo serio ni educación ni esperanzas- intenten sobrevivir acudiendo a medios ilegales como la guerrilla, el narcoparamilitarismo o la delincuencia común. Y mientras no se tomen correctivos estructurales para mejorar la crisis social, es imposible que la auténtica seguridad se logre.
Para completar el inseguro panorama, tenemos aterradores crímenes de Estado como los “falsos positivos”, la paramilitarización del Congreso y el DAS y las chuzadas telefónicas a todos los que no comulgan con la cartilla uribista. Más grave aún: las generalizadas amenazas contra académicos, ONGs, sindicalistas, indígenas, periodistas y líderes populares.
Por ejemplo, un comunicado de la Asociación de Profesores de la UIS denuncia los actos “de hostigamiento e intimidación” contra profesores de esa Universidad y sus familiares. Otro comunicado de la Corporación Compromiso denuncia el intento de desaparición de Mauricio Meza Blanco. ¿Es esta epidémica inseguridad -más temible que la gripa porcina- a la que nos invita a reelegir el presidente Uribe?
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