Publicado en Vanguardia Liberal en junio 24 2009
Hace un mes largo unos amigos europeos me pidieron una explicación sobre los “falsos positivos”. Les comente que –según las autoridades- cientos de jóvenes que habían sido reportados por el ejército como guerrilleros muertos en combate, no eran subversivos.
De ahí el escándalo mundial que le recordaron parlamentarios canadienses -hace unos días- a mister Álvaro Uribe. Para el Relator de la ONU son “asesinatos a sangre fría y premeditados de civiles inocentes, con fines de beneficio, llevados a cabo de una manera sistemática, por elementos del Ejército”. Así los altos mandos reportaban crecientes bajas de guerrilleros y los soldados recibían recompensas, según los lineamientos establecidos.
Al concluir mis comentarios el desencajado rostro de asombro de mis amigos europeos no me sorprendió. Sencillamente a ellos les parece increíble que estas atrocidades ocurran en una presunta democracia. Más les asombra que no pase absolutamente nada, por mucho menos han caído ministros y gobiernos en otros países.
Y este es sólo uno de los cotidianos escándalos que ha protagonizado este gobierno y sus asociados narcoparapolíticos, muchos de ellos en la guandoca. También les parece increíble que la oficina de inteligencia del presidente (DAS) se haya puesto al servicio de delincuentes y se haya utilizado para hacerle espionaje ilegal a medio país. Por mucho menos cayó Nixon en Estados Unidos.
Por lo anterior no sorprende que Colombia sea el único país de América “en peligro” de convertirse en un Estado Fallido, según la publicación estadounidense Foreign Policy (2008). Aparte de los escándalos, esto tiene que ver con que somos el país más violento de América y el mayor productor mundial de cocaína. El que tiene la mayor población desplazada y uno de los países más desiguales del planeta, entre otras vergüenzas.
A muchos colombianos les han vendido el cuento de que las barbaridades que pasan aquí, pasan en todos los países y eso no es cierto. El caso de Colombia es siniestramente particular, incluso en el contexto latinoamericano. En el “ranking” de estados fallidos aparecemos en el puesto 37, más abajo en el puesto 55 aparece Bolivia, ya en una categoría de menor riesgo. Los uribistas satanizan a los que cuentan en el exterior la realidad del país tal como es, deberíamos agradecerles, ya que sin la veeduría internacional la situación interna seria peor de lo que ya es en este momento.
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