En la columna anterior hacía referencia a las bajísimas temperaturas que se experimentaron en la mayor parte de Europa durante la última semana del 2005. En algunas regiones se registraron temperaturas extremas, normales en los países del norte pero poco frecuentes en Francia en estas fechas. Vale la pena recordar que los científicos han establecido que la tierra se ha calentado en las ultimas décadas, fenómeno posiblemente asociado a la emisión de gases de invernadero producidos por actividades humanas.
Sin embargo, lo paradójico (en apariencia) es que el calentamiento podría producir fríos extremos en algunas regiones del planeta, al ser afectadas las corrientes marinas. No estoy diciendo que éste sea el caso del actual invierno europeo, pero el hecho es que ha sido una estación atípica (el gran frío se adelantó), como tampoco fue normal el diluvio que cayo en California (Estados Unidos) por estos días.
Afortunadamente la temperatura en Francia aumentó un par de grados a partir del primero de enero, después de unas lluvias que favorecieron el incremento térmico. Menos mal porque la semana pasada la cosa estaba grave. La nieve, la neblina y el verglas (hielo resbaloso que se forma sobre las vías) impedían la circulación y los embotellamientos fueron espectaculares; 500 camiones atrapados en las carreteras y muchos accidentes de tránsito. Hasta los trenes y aeropuertos se vieron afectados. Bajo esas condiciones hay que tener cuidado incluso para caminar, el riesgo de un resbalón es alto. Los gastos en la sal utilizada para despejar las vías son enormes, unos 350 millones de euros en el 2005, sólo en Francia.
Este es un frío que puede matar, de hecho se reportó la muerte de personas (una en su carro, la vivienda de muchos); los servicios sociales hacen esfuerzos para que los indigentes ingresen a los albergues. El anterior es un fenómeno social que se incrementa con el tiempo, sorprende que muchos de estos habitantes de las calles sean jóvenes.
Aunque la agricultura se minimiza en invierno, en los supermercados se consigue de todo. Anoté algunos precios que me pareció interesante comparar con los nuestros, sin olvidar que el salario mínimo en Francia (haciendo la conversión euros-pesos) es de unos 2.5 millones de pesos (que acá tampoco alcanzan para vivir más o menos bien). Es que un aguacatico arrugado y del tamaño de una pera cuesta unos 2000 pesos, una piña enana: 6000 pesos. Un coco vale 3400 pesos y un kilo de plátanos casi 10000 pesos.
Por lo demás, las frutas y legumbres no escapan a la contaminación producida por los agroquímicos. Un estudio realizado por el Instituto Nacional del Consumo, publicado la semana pasada, reveló que alimentos como lechugas, espinacas, zanahorias, melocotones, uvas y otros contienen pesticidas prohibidos desde el 2003. Este es el caso del endosulfan (también prohibido en Colombia, usado clandestinamente), dialifos, iprodione, phosmet y la vinclozoline. Estos estudios han incidido sobre un incremento en la demanda de alimentos cultivados bajo los principios de la agricultura ecológica.
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