Columna publicada en Vanguardia Liberal en febrero 8 de 2006
Sin intentar minimizar los problemas por los que atraviesa el proceso de unión de la izquierda democrática en Colombia, lo cierto es que las dificultades son inevitables, considerando que se trata de un complejo proceso de integración de diferentes visiones de la política. En todo caso, este proceso ha resultado menos traumático que el de los uribistas que, no sólo no lograron unirse, sino que vienen deleitándonos con narco-para-escándalos, uno detrás de otro.
En comparación, el desacuerdo entre el Polo Democrático Alternativo (PDA) y Maria Emma Mejia, y la posterior renuncia y regreso de Navarro, tiene unos matices muy diferentes (Claro que la inclusión de la Anapo en las listas del PDA es un grave error, difícil de explicar y entender). En el caso de Maria Emma, ella manifestó que no está de acuerdo con un “quiebre histórico” y no comparte del todo el programa de unidad del PDA. Era esencial aclarar ese punto. El precandidato Carlos Gaviria ha señalado que “la campaña debe ser sin sectarismo, pero sin ambigüedad”. Es importante que la gente tenga claridad sobre las propuestas de los candidatos y partidos.
Básicamente tenemos dos opciones: seguir con el mismo modelo neoliberal (reeligiendo a Uribe) o propiciar un “quiebre histórico”, pacífico y dentro de la legalidad, que nos permita superar los incontables problemas sociales y económicos que padecemos. Mientras esos problemas no sean superados es poco probable que la paz real llegue.
Vivimos en un país muy rico en recursos naturales; si esto es así ¿Por qué estamos en la olla total? ¿No será por que el modelo (que hoy llamamos neoliberal y antes neocolonial) está orientado a que esos recursos (desde el oro a la biodiversidad, pasando por el petróleo) los aprovechen las trasnacionales y sólo un puñado de “cacaos”. Por que la mayoría de los profesionales y empresarios nacionales resultaran damnificados con la profundización del modelo, que es lo que busca el TLC avalado por Uribe. No se trata de empobrecer a los que ya tienen, sino de ofrecerles una vida digna y amable a los que nada tienen. Con los recursos del país, y su relativamente baja densidad poblacional, todos podríamos disfrutar de un buen nivel de vida.
El reto de la izquierda es construir una propuesta creíble, dejar atrás los lastres (como la Anapo) y hacerle llegar el mensaje apropiado a los colombianos. Es pertinente entender que no se trata de posiciones “radicales”, el cambio del modelo de desarrollo fue propuesto desde los años 70 en la Conferencia de Estocolmo, por especialistas de las Naciones Unidas. Incluso la ley 99 de 1993 establece que el desarrollo del país se guiará por los principios del Desarrollo Sostenible, que es lo opuesto al modelo neoliberal.
Sin intentar minimizar los problemas por los que atraviesa el proceso de unión de la izquierda democrática en Colombia, lo cierto es que las dificultades son inevitables, considerando que se trata de un complejo proceso de integración de diferentes visiones de la política. En todo caso, este proceso ha resultado menos traumático que el de los uribistas que, no sólo no lograron unirse, sino que vienen deleitándonos con narco-para-escándalos, uno detrás de otro.
En comparación, el desacuerdo entre el Polo Democrático Alternativo (PDA) y Maria Emma Mejia, y la posterior renuncia y regreso de Navarro, tiene unos matices muy diferentes (Claro que la inclusión de la Anapo en las listas del PDA es un grave error, difícil de explicar y entender). En el caso de Maria Emma, ella manifestó que no está de acuerdo con un “quiebre histórico” y no comparte del todo el programa de unidad del PDA. Era esencial aclarar ese punto. El precandidato Carlos Gaviria ha señalado que “la campaña debe ser sin sectarismo, pero sin ambigüedad”. Es importante que la gente tenga claridad sobre las propuestas de los candidatos y partidos.
Básicamente tenemos dos opciones: seguir con el mismo modelo neoliberal (reeligiendo a Uribe) o propiciar un “quiebre histórico”, pacífico y dentro de la legalidad, que nos permita superar los incontables problemas sociales y económicos que padecemos. Mientras esos problemas no sean superados es poco probable que la paz real llegue.
Vivimos en un país muy rico en recursos naturales; si esto es así ¿Por qué estamos en la olla total? ¿No será por que el modelo (que hoy llamamos neoliberal y antes neocolonial) está orientado a que esos recursos (desde el oro a la biodiversidad, pasando por el petróleo) los aprovechen las trasnacionales y sólo un puñado de “cacaos”. Por que la mayoría de los profesionales y empresarios nacionales resultaran damnificados con la profundización del modelo, que es lo que busca el TLC avalado por Uribe. No se trata de empobrecer a los que ya tienen, sino de ofrecerles una vida digna y amable a los que nada tienen. Con los recursos del país, y su relativamente baja densidad poblacional, todos podríamos disfrutar de un buen nivel de vida.
El reto de la izquierda es construir una propuesta creíble, dejar atrás los lastres (como la Anapo) y hacerle llegar el mensaje apropiado a los colombianos. Es pertinente entender que no se trata de posiciones “radicales”, el cambio del modelo de desarrollo fue propuesto desde los años 70 en la Conferencia de Estocolmo, por especialistas de las Naciones Unidas. Incluso la ley 99 de 1993 establece que el desarrollo del país se guiará por los principios del Desarrollo Sostenible, que es lo opuesto al modelo neoliberal.
Así que resulta apenas lógico que los que estén de acuerdo con rectificar el rumbo lo expresen con claridad, así como los que deseen mantener el actual estado de las cosas. Hay que perderle el miedo a los cambios, cambiar es una ley de la naturaleza
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