Publicado en junio 12 de 2013
Los primeros días sin
carro se realizaron en los años 70, en algunas ciudades del mundo, a raíz de la
crisis petrolera de esos años. En 1999, se organizó en Europa el primer Día Internacional
sin Carro, que se convierte más tarde en la Semana Europea de la Movilidad (http://www.mobilityweek.eu/home/). Paralelamente se
consolida en el mundo -en el año 2000- la celebración del Día Mundial sin
Carro, el 22 de septiembre, fecha que coincide con la Semana Europea.
El propósito de estos eventos no es tener solo
un día sin carros particulares; sino promover cambios permanentes en las
ciudades, para mejorar el transporte colectivo y crear condiciones adecuadas para
la circulación de peatones y ciclistas. También para estimular el diseño de
ciudades con amplias zonas verdes y diseñadas “para la gente, no para los
carros” (http://www.worldcarfree.net/). Todo lo anterior
relacionado con las propuestas del llamado Nuevo Urbanismo.
A partir de estos
eventos sin carro (donde es voluntaria la participación, no obligatoria) y
otros similares muchas ciudades de países avanzados han introducido importantes
cambios en la planificación urbana; que han mejorado la movilidad y reducido la contaminación. Tal
vez por ello, las ciudades más contaminadas se encuentran hoy en países
atrasados, como Colombia (o China, que
es un caso especial), cuyas autoridades se han inventado cortinas de humo, como
el Día sin Carro (en junio, no en septiembre) o el pico y placa, para disimular
su incapacidad de planificar de forma inteligente sus ciudades.
En este contexto, no
sorprenden los bochornosos resultados de los días sin carro en Bucaramanga.
Según la CDMB, en la jornada sin carro de la semana pasada la contaminación del aire no bajó, sino que
subió en algunos sitios de la ciudad.
Sobre el Día sin Carro
2012, señalaba en columna pasada que ese día fui trotando hasta mi oficina y en
el camino observé “muchos carros (y motos) en el día sin carro” y muy pocos
peatones y ciclistas. Y que todo esto se
explica porque la estrecha vía que une Bucaramanga con Floridablanca no tiene –en
muchos tramos- andenes para los peatones y menos ciclovías. De la otra vergüenza
llamada Metrolínea ni hablemos.
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