Publicado en Vanguardia Liberal en diciembre 28 de 2011
Desde hace varios años he escrito que algunas playas de Cartagena, del sector de Crespo y Marbella, “prácticamente han desaparecido bajo las aguas”. Estas apreciaciones visuales de los nativos de Cartagena –como es mi caso- coinciden con los estudios científicos que confirman que el nivel de los mares está aumentando; es uno de los efectos del calentamiento global.
La amenaza ya llego a barrios que antes se encontraban distantes del mar. Es el caso de los residentes del barrio Crespo; se encuentran alarmados pues el golpe de las olas está afectando los cimientos y muros de sus viviendas. Los promotores de la vía que se adelanta sobre las playas de Crespo dicen que esta mega obra será la solución para “la erosión de las playas”. Pero una cosa es la erosión marina, un fenómeno natural y permanente, y otra cosa el aumento del nivel del mar asociado al calentamiento global, que ellos no mencionan. Lo que se ve en el momento es que las obras adelantadas están acabando con la poca playa que queda.
En las playas de Bocagrande, la situación no es mejor pues el avance del mar tiene arrinconados a los turistas en minúsculas franjas de playa. Varios pequeños restaurantes agonizan, pues las playas que antes existían frente a ellos han desaparecido. Otros sobreviven sobre burdos rellenos con sacos de arena que intentan inútilmente paliar el embate del mar.
Para completar, la locura constructiva sobre el barrio Bocagrande (similar a la de Bucaramanga) no se detiene; recordemos que este barrio –plagado de monumentales edificios- está asentado sobre un inestable banco de arena, algunos edificios incluso sobre las playas. Hace unos días se informó (El Universal) que el Consejo de Estado le ordenó al Agustín Codazzi realizar un estudio para determinar si el Hotel Hilton se encuentra o no en zona de espacio público (playas); es la respuesta a una acción popular que pretende le sean devueltos a la Nación terrenos que hoy ocupan particulares. Hay que esperar el fallo del Consejo de Estado que podría sentar un precedente de gran trascendencia.
Lo cierto es que el problema no es solo el aumento del nivel marino sino la construcción de vías y edificios sobre zonas de playas donde supuestamente –desde el punto de vista legal y de sentido común- no se deberían permitir construcciones.
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