Publicado en Vanguardia Liberal en septiembre 23 de 2009
Hace casi 30 años me instalé en Bucaramanga después de trabajar 10 años en Barrancabermeja, donde era un lector de Vanguardia Liberal. Por ello, cuando llegué a la entonces llamada Ciudad de los Parques ya conocía las polémicas columnas de Silvia Galvis Ramírez. Poco después de mi llegada tuve la oportunidad de conocer a la reconocida periodista y escritora, que en ese momento dirigía la Unidad de Investigación de Vanguardia.
Incluso la acompañé en una ocasión a Barrancabermeja, cuando escribió un demoledor informe sobre la pésima calidad del agua en el Puerto Petrolero, hecho que había generado varios paros cívicos (años 80). Era un tema que –por sus implicaciones- pocos periodistas se atrevían a tocar.
Pero Silvia no le sacaba el cuerpo a temas espinosos, ambientales pero sobre todo de defensa de los derechos humanos y de condena a la corrupción y la injusticia social. Pocas personas he conocido con el valor personal y la rectitud de propósitos de Silvia Galvis, valores muy escasos en la Colombia de hoy.
En 1989 Silvia asumió la dirección de Vanguardia luego del pavoroso atentado. Un día me llamó a su oficina y -con su incorregible generosidad- me ofreció escribir una columna. Le respondí que mi experiencia como escritor se limitaba a un precario boletín que emitíamos en el Grupo Ecológico de la UIS, cuando conseguíamos plata para las fotocopias. Pero bueno, orientado por la experiencia y los amables regaños de mi admirada periodista empecé a escribir esta columna en 1989.
De muchas de estas columnas surgió en el año 2006 mi libro Venenos en el Hogar, por ello me pareció apenas natural que Silvia debía ser la autora del prólogo del mismo. Hay que decir que se le fue la mano con los elogios, motivada seguramente por la entrañable amistad que nos unía desde el día que irrumpí por primera vez en su oficina investigativa de Vanguardia.
Silvia se fue para el cielo de los buenos periodistas y escritores, pero su dulce sonrisa, sus indeclinables principios y su importante obra perdurarán en la memoria de los hombres y mujeres que creemos que un mundo mejor es posible. Todo lo que necesitas es amor, cantan los Beatles. Amor era lo que irradiaba Silvia, a su prójimo y sobre todo a sus familiares y amigos que tuvimos la fortuna de conocerla.
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