sábado, septiembre 19, 2009

Referendos para acabar el agua y la democracia

Publicado en Vanguardia Liberal en septiembre 16 2009

Anne Le Strat, presidenta de Aguas De París, empresa que suministra el líquido a la capital francesa, anunció que esta empresa volverá a ser totalmente pública el próximo año. Después de estar “25 años en manos de una compañía mixta y dos operadores privados”.

Le Strat piensa que “el agua debe considerarse un bien público” y que las empresas públicas pueden ser tan eficientes como las privadas, si se manejan sin politiquería (el cáncer de Colombia). Le Strat advierte: “antes los beneficios de la explotación del agua los recibía el sector privado. Ahora, los beneficios que se producen son reinvertidos en el sistema y eso mejora la calidad del servicio”. Y permite estabilizar las tarifas.


No se trata de quitarle los negocios al sector privado, lo que sería absurdo, pero sí –en el caso específico del agua- de establecer unos lineamientos que les permitan a las mayorías disponer de agua limpia y barata, a la que hoy no tienen acceso millones de personas en Colombia.

Esta fue la motivación de los promotores del referendo por el agua, que recolectó sus firmas sin trampas, a diferencia del referendo uribista, sindicado de graves vicios de forma y de fondo. El referendo por el agua contó con la oposición frontal de Uribe y su cuadrilla de congresistas reeleccionistas. Pero, cuando temieron que las trapisondas no serían suficientes para alcanzar el umbral de votación exigido para el referendo reeleccionista, modificaron radicalmente el texto original del referendo acuático y ahora pretenden que sean votados el mismo día. Es decir, un referendo para acabar el agua y otro para finiquitar la anémica democracia que tenemos.

Por lo mismo, el Comité Nacional en Defensa del Agua rechazó “la modificación del texto original del referendo del agua”. De la misma manera poner los tres referendos al servicio de la empresa reeleccionista.
El presidente Uribe acudirá a todos los medios a su alcance para atornillarse en el poder, tal como lo está haciendo Hugo Chávez en Venezuela. Por ello no sorprende que los problemas en ambos países tiendan a agravarse, con presidentes que no gobiernan pues se encuentran en una perpetua campaña reeleccionista.

De ahí que el escenario que les conviene a los dos anacrónicos caudillos, para distraer a sus pueblos de sus verdaderos problemas, es el mismo: armamentismo y polarización de dos pueblos hermanos.

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