Bien
por las medidas tomadas por el alcalde de Bucaramanga para recuperar el espacio
público. Sin embargo, suponemos que este proceso será paralelo a otro
encaminado a garantizarles la seguridad
económica a los informales; si no se les
ofrecen opciones laborales interesantes muchos regresaran a las andanzas. Frente a este proceso o al de
Metrolínea, que también ha generado desocupación entre los antiguos conductores,
es necesario que los gobiernos locales y nacional activen programas y proyectos
orientados a la generación de empleo; tal vez el más grave problema que tiene
hoy nuestro país.
La
inquietud laboral es la misma que –con razón- embarga a los campesinos potencialmente
afectados por la declaratoria del Parque Natural Regional de Santurban. Y jóvenes desocupados y sin esperanzas son
fácilmente reclutados por las diferentes bandas delincuenciales que proliferan en Colombia.
El problema es que el
desempleo tiende a agravarse; gracias a las grotescas políticas macroeconómicas
aplicadas por los gobiernos colombianos en las últimas décadas. Pueden citarse
la apertura gavirista, los TLC uribistas
o la locomotora minera santo-uribista, entre otros despropósitos. A fines del
año pasado asistí a un foro económico programado por la revista Semana en
Bogotá; en el que todos los ponentes coincidieron en advertir sobre el grave
deterioro que ha sufrido la industria y la agricultura nacional en los últimos
años. Y si el aparato productivo se
derrumba, el empleo también. Digan lo que digan las encuestas.
En su columna del
domingo en el Espectador, advierte el economista
Eduardo Sarmiento, refiriéndose a la ruina de los TLC: “La industria entró en un proceso creciente de resquebrajamiento que se
manifiesta en caídas de la producción de 4%. En seis meses se perdieron 700 mil
empleos”. Otro destacado economista, el exministro José Antonio Ocampo declaro
en Portafolio (diciembre 2012): “La tendencia a la desindustrialización es
notoria”. ¿Causas?: “Sin duda es la minería y
sus impactos sobre el consumo de bienes no transables como la construcción.
Somos víctimas de la enfermedad holandesa”. Ocampo ratifica que “La minería
no genera empleo”.
Existe
en el momento un ambiente favorable para la presentación de proyectos
productivos a las convocatorias de regalías y otras, incluso en el marco de las
conversaciones de paz que se desarrollan en Cuba. Así que, más que “monumentos
al santísimo”, lo que necesitamos es empleo digno.
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