El
último informe “Evaluación
del Clima Nacional de Estados
Unidos” (enero 2013), elaborado por 240 científicos, revela un incremento de las
tormentas e inundaciones en ese país,
derretimiento de glaciares y permafrost y la intensificación de las
sequias. Extremos climáticos que habían sido pronosticados hace muchos años. El
documento también resalta los problemas que ya tienen los agricultores y
pescadores por “cambios en el clima local que están fuera de su experiencia”. Se cita el caso de la tormenta Sandy que azoto
la costa este (Nueva York) y ocasionó billones de dólares de pérdidas el año
pasado. Igualmente son afectados los servicios de salud, abastecimiento de
aguas y transporte (13 aeropuertos podrían quedar bajo las aguas, por el
aumento del nivel del mar), entre otros.
No se trata solo de problemas en Estados
Unidos, todos los países padecen hoy dificultades similares. Basta con leer las
noticias colombianas de este año sobre las sequias, incendios y alarmante
pérdida de nivel de ríos Magdalena y Cauca. La causa de estos problemas no es
sólo el cambio climático, éste agrava una situación que ya era crítica.
Sin
embargo, frente a tan dramático panorama, seguimos haciéndonos los locos, como
si la cosa no fuera con nosotros. El profesor Chris
Rapley, del University College de Londres advierte "La mayoría de la gente acepta que el
cambio climático inducido por el hombre está ocurriendo, pero el problema es que prefieren
mirar para otra parte”. Una especie de alienación colectiva que nos impide
aceptar la cruda realidad climática.
Sobre todo aquí en Colombia, donde las “autoridades” se han vuelto muy
locuaces con el tema ambiental, pero aun no han comprendido que estos problemas
no se arreglaran con discursos ni más leyes, sino con acciones.
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