Gustavo
Petro realizó una juiciosa labor como congresista; el
reconocimiento de la ciudadanía a su notable desempeño influyó en su elección
como alcalde de Bogotá. Sin embargo, las competencias requeridas para las alcaldías
son diferentes a las necesarias en la rama legislativa. De ahí que la falla de
Petro es tal vez la de no rodearse de personas con experiencia y transparencia
en estas lides.
Por
lo mismo no sorprende la crisis que surgió al interior del gabinete distrital
la semana pasada cuando su Secretario de Salud -Guillermo Alfonso Jaramillo, un
hombre serio- le pidió públicamente la
renuncia al gerente de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado, Diego Bravo, encargado
por el alcalde del nuevo esquema de recolección de residuos sólidos.
Es
que los errores cometidos son de marca mayor, es el caso del uso de volquetas
en la recolección de basura. Actividad no permitida por la legislación ya que el
decreto 1713 de 2002 especifica claramente las características de este tipo de
transportes. Deben estar debidamente señalizados, cerrados, contar con
compactadores y sistemas de control de lixiviados y con especificaciones
técnicas para proteger la salud de “conductores y operarios”, entre otros.
Condiciones que las volquetas no cumplen pues fueron diseñadas para otras
labores.
Muchos
colombianos compartimos los propósitos del alcalde Petro en el tema residuos
sólidos. Coincidimos en que los servicios públicos deben ser prestados pensando
en el interés colectivo no en beneficios
económicos para los privados; ya que esa es la raíz de muchos de los problemas
que tenemos aquí en Santander. Otra cosa es que algunos componentes del Plan de
Gestión Integral de Residuos Sólidos sean manejados por particulares.
Las
ciudades que recientemente han regresado al manejo público de los servicios han
derivado beneficios para los usuarios, caso de disminución de tarifas en la
empresa encargada del agua potable en Paris (Francia). Además ¿Quién (aparte de
los privados que cobran por tonelada llevada al basurero) se opone a aumentar
el reciclaje? ¿O a incorporar los recicladores al sistema?
Los
propósitos del alcalde son interesantes
pero él debe revisar sus estrategias y metodología. Pensar –por ejemplo- que la
separación en la fuente y reciclaje se realizarán a través de simples decretos es
ignorar características elementales de un proceso de alta complejidad.
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