sábado, diciembre 01, 2012

SAN ANDRES: PARAISO MALTRATADO POR LOS COLOMBIANOS


Publicado en noviembre 28 de 2012

En 1987 participe en unos talleres en San Andrés y Providencia; estos tenían como propósito realizar un inventario de los problemas ambientales de las islas. Sobre el tema escribí un artículo titulado “Hacinamiento en el Paraíso” (Revista Manglaria, Inderena). En esas décadas, los colombianos conocíamos a San Andrés sobre todo por la posibilidad de comprar chécheres electrónicos y licores baratos; por lo mismo la declaratoria de puerto libre en 1953 (impuesto a los isleños) fue el golpe más duro que recibió el patrimonio cultural y ambiental  isleño. Esta declaratoria generó una ola migratoria que condujo a que -ya en esos años 80- San Andrés tenía una extravagante densidad poblacional. 

Hoy, la densidad poblacional de la isla supera los 2000 habitantes por kilómetro cuadrado; en comparación, la densidad promedio en Colombia es cercana a 42 hab/km2.

Este hacinamiento extremo genera graves problemas –entre otros- con el abastecimiento de agua potable, los residuos líquidos y sólidos y la construcción de rellenos artificiales; factores  asociados al creciente deterioro de la fauna y flora terrestre y marítima y por consiguiente de la pesca. Los colombianos también les llevamos a los isleños los problemas del narcotráfico y la inseguridad.

Para completar, el archipiélago enfrenta problemas que amenazan su propia existencia. En julio 4 (2012) me refería en esta columna (“La desaparición de las islas”) a un informe del Invemar sobre las amenazas que se ciernen (por el aumento del nivel del mar) sobre el archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina. En agosto 2011 (“Petróleo en el paraíso”) escribí sobre los riesgos relacionados con una explotación petrolera que pretendía realizar la colombiana Agencia Nacional de Hidrocarburos sobre el archipiélago; considerado  Reserva Mundial de la Biosfera (Seaflower) por la UNESCO.

En este contexto, lo peor que les puede pasar a los isleños es que desviemos los recursos y malgastemos el tiempo en otra pelotera con los vecinos; en lugar de lograr acuerdos con Nicaragua y comunidad internacional para parar dementes proyectos petroleros y atender los apremiantes problemas de los raizales y pescadores, los de aquí y los de allá.  Como canta JM Serrat “prefiero los caminos a las fronteras”.

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