Recibí
el siguiente mensaje del Environmental Working Group, EWG, con sede en Estados
Unidos. “Cuando se analizó la sangre del
cordón umbilical de 10 recién nacidos de Estados Unidos, encontramos más de 230
contaminantes industriales; incluyendo
bisfenol A, perclorato, plomo, mercurio y PCBs”. Análisis de sangre realizados
en países europeos han arrojado resultados similares.
EWG
realiza una campaña frente al Congreso de su país para apoyar la entrada en vigencia del Acta de Productos Químicos Sin Riesgo. El proyecto
de ley busca “reformar la fracasada Ley de Control de Sustancias Toxicas de
1976 y garantizar que los productos químicos que se encuentran en el mercado
son seguros para los estadounidenses. Miles de productos químicos no probados
han entrado al mercado y cada día
aparecen más”. El proyecto de ley propone que sea el fabricante el que debe
demostrar que su producto es seguro.
En
Colombia el control de estas sustancias no existe en la práctica; de tal manera
que si en esos países (donde se realizan controles e investigaciones) tienen
problemas, aquí la cosa debe ser mucho más grave. Lo que ocurre es que aquí la
gente se muere y nadie se preocupa por averiguar las causas detrás del deceso,
a través de investigaciones científicas. Además, es el mismo gobierno el que
promueve el desorden.
Por
ejemplo, la semana pasada, el gobernador de Nariño –desesperado- le pidió al
gobierno parar las fumigaciones de cultivos ilícitos con glifosato ya que,
además de los daños que ocasionan a la salud y el ambiente, poco han servido
para erradicar el cáncer del narcotráfico. “Aquí se han asperjado más de dos
millones de galones de glifosato, difícil resistirse a admitir que no pudo
causar un daño", señaló. Solo cabe esperar que al lucido gobernador
no lo judicialice la caverna nacional por sus sensatas declaraciones.
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