miércoles, septiembre 07, 2011

Imitar a la naturaleza es buen negocio

Publicado en Vanguardia Liberal en septiembre 7 de 2011

La biomímesis (o biomimética) es la ciencia que se inspira en la naturaleza para desarrollar tecnologías requeridas para resolver problemas asociados a las actividades humanas. Dice la bióloga Janine Benyus que la Biomímesis difiere del aprovechamiento de la biodiversidad: no se trata "de extraer productos de los ecosistemas, sino de lo que podemos aprender de ellos". Este tipo de estudios es hoy considerado una fuente muy importante de empleo y desarrollo inteligente y sostenible.

Los ejemplos sobran. La semana pasada escuche, por ejemplo, en la conferencia del profesor Manfred Max Neef (en la exitosa Feria del Libro de la UNAB) el caso de Aidan Dwyer, un genial joven estadounidense de 13 años.

Este muchacho aplicó descubrimientos anteriores, esto es, que la conformación de las hojas de los árboles (y también la de las flores) obedece a una secuencia matemática conocida como Sucesión de Fibonacci. Y que este arreglo tiene que ver con el aprovechamiento del sol. Así que se le ocurrió comparar el rendimiento de células fotovoltáicas solares alineadas convencionalmente, con células ordenadas en forma de arbolito. El resultado fue un incremento de entre el 20 y 50 % del rendimiento de las células solares organizadas como un árbol. Esto, para las condiciones de su experimento; habría que ver si bajo otras condiciones esto se repite.

¿Por qué estas estructuras biológicas obedecen a secuencias matemáticas? La discusión viene de siglos atrás. Galileo pensaba que "El libro de la naturaleza está escrito en lenguaje matemático". Newton -por su parte- creía que "Dios actúa a través de leyes matemáticas". Las posibilidades que ofrece la Biomímesis son incalculables. Hoy se construyen edificios inspirados en las construcciones de las termitas en la calurosa África subsahariana; instalaciones que solo consumen un 10% de la energía consumida por edificios convencionales. También se fabrican chalecos antibalas inspirados en la tela de las arañas. Así mismo, bastones para ciegos que imitan a los murciélagos. Se estudia la fabricación de sílice aplicando el ejemplo de las algas diatomeas, que operan a bajas temperaturas.

Hace pocos días se supo que el ingeniero colombiano Jorge Reynolds fabricó un marcapasos más pequeño que medio grano de arroz y que no necesita baterías. Esta idea hace parte de la lista de las 100 mejores innovaciones inspiradas por la naturaleza, elaborada por la Red Biomímesis.

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