Publicado en Vanguardia Liberal en junio 1 de 2011
Algunas personas todavía piensan que los ambientalistas y académicos que se preocupan por preservar la diversidad biológica son unos “fanáticos” (medio terroristas) que se oponen al “desarrollo”. El problema es que existe una gran desinformación en torno al aprovechamiento inteligente de los recursos naturales. Incluso en medios académicos he escuchado afirmar –por ejemplo- que “los páramos son unos peladeros” así que ¿para qué tanto afán en preservarlos?
Los que abogan por preservar la biodiversidad sencillamente intentan darle cumplimiento a compromisos internacionales que adquirió Colombia (y casi todos los países del mundo) para proteger la Biodiversidad. El Convenio sobre la Diversidad Biológica (ratificado por la ley 165 de 1994) establece que la conservación de la misma es “una parte integral del proceso de desarrollo”. Así que esta es una discusión superada para personas medianamente informadas.
Nadie se opone al desarrollo sostenible y generador de bienestar para todos; pero sí resulta una insensatez continuar aplicando un anti modelo de desarrollo que sólo produce más pobreza, deterioro ambiental, desastres y violencia. El pasado Día Mundial de la Biodiversidad (mayo 22) la FAO advirtió "La pérdida de la diversidad forestal implica menores oportunidades de obtener medicinas, alimentos, materias primas y empleos. En una palabra: bienestar". Por lo mismo, las posibilidades de generación de empleos basados en la Biodiversidad son incalculables, sobre todo para un país megadiverso como Colombia.
En este sentido vale la pena destacar la labor que viene adelantando la profesora Elena Stashenko, directora del Cenivam de la UIS. La profesora Elena, de nacionalidad rusa, para fortuna nuestra se radicó en Santander desde 1982 y construyó -con mucha perseverancia y competencia- un centro de investigación de excelencia dedicado al aprovechamiento de plantas aromáticas y medicinales que hoy tiene muchos productos para mostrar. "Este proyecto puede abrir opciones para los campesinos que tienen cultivos ilícitos", afirma Stashenko, con toda la razón.
La semana pasada asistí al acto de entrega del certificado de acreditación que otorgó la ONAC a su laboratorio de cromatografía. Felicitaciones a la profesora Elena, al profesor Jairo René Martínez (su mano derecha e izquierda) y a todo su equipo de investigadores. Se trata de un trabajo admirable pues en Colombia la investigación todavía es considerada la cenicienta del paseo. Y mientras eso no cambie, será difícil que salgamos del agujero negro en que estamos atascados.
Algunas personas todavía piensan que los ambientalistas y académicos que se preocupan por preservar la diversidad biológica son unos “fanáticos” (medio terroristas) que se oponen al “desarrollo”. El problema es que existe una gran desinformación en torno al aprovechamiento inteligente de los recursos naturales. Incluso en medios académicos he escuchado afirmar –por ejemplo- que “los páramos son unos peladeros” así que ¿para qué tanto afán en preservarlos?
Los que abogan por preservar la biodiversidad sencillamente intentan darle cumplimiento a compromisos internacionales que adquirió Colombia (y casi todos los países del mundo) para proteger la Biodiversidad. El Convenio sobre la Diversidad Biológica (ratificado por la ley 165 de 1994) establece que la conservación de la misma es “una parte integral del proceso de desarrollo”. Así que esta es una discusión superada para personas medianamente informadas.
Nadie se opone al desarrollo sostenible y generador de bienestar para todos; pero sí resulta una insensatez continuar aplicando un anti modelo de desarrollo que sólo produce más pobreza, deterioro ambiental, desastres y violencia. El pasado Día Mundial de la Biodiversidad (mayo 22) la FAO advirtió "La pérdida de la diversidad forestal implica menores oportunidades de obtener medicinas, alimentos, materias primas y empleos. En una palabra: bienestar". Por lo mismo, las posibilidades de generación de empleos basados en la Biodiversidad son incalculables, sobre todo para un país megadiverso como Colombia.
En este sentido vale la pena destacar la labor que viene adelantando la profesora Elena Stashenko, directora del Cenivam de la UIS. La profesora Elena, de nacionalidad rusa, para fortuna nuestra se radicó en Santander desde 1982 y construyó -con mucha perseverancia y competencia- un centro de investigación de excelencia dedicado al aprovechamiento de plantas aromáticas y medicinales que hoy tiene muchos productos para mostrar. "Este proyecto puede abrir opciones para los campesinos que tienen cultivos ilícitos", afirma Stashenko, con toda la razón.
La semana pasada asistí al acto de entrega del certificado de acreditación que otorgó la ONAC a su laboratorio de cromatografía. Felicitaciones a la profesora Elena, al profesor Jairo René Martínez (su mano derecha e izquierda) y a todo su equipo de investigadores. Se trata de un trabajo admirable pues en Colombia la investigación todavía es considerada la cenicienta del paseo. Y mientras eso no cambie, será difícil que salgamos del agujero negro en que estamos atascados.
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