Publicado en Vanguardia Liberal en noviembre 25 de 2009
Un siniestro proceso nos camina pierna arriba pero - enardecidos con los vientos de guerra que soplan el caudillo autoritario de acá y el de acullá - pocos se percatan de lo que viene ocurriendo. El gobierno colombiano está rifando el territorio nacional a empresas foráneas y –por este camino- terminaremos viviendo en un país que no nos pertenece.
Para la muestra, un inquietante botón: la semana pasada el diputado Darío Vásquez denunció que la multinacional Greystar adquirió (“a precios irrisorios”), casi el 70% de las tierras que conforman el municipio de Vetas para la explotación de oro, plata y quién sabe qué más. El alcalde de Vetas negó que se esté vendiendo el templo y el Palacio Municipal del pueblo, pero no hizo precisiones sobre la magnitud de la venta de predios. La Greystar, por su parte, señaló que las compras están ajustadas a la Ley. Y reconoce como “área de influencia directa (del enorme proyecto de minería abierta) a California, Vetas, Suratá, Matanza y Tona”. Recordemos que por esos lares nace el agua que abastece el AM de Bucaramanga.
La minería y otros megaproyectos afectan un importante porcentaje del territorio santandereano… y colombiano. En el “mapa de la discordia” que presentó El Espectador el domingo, se aprecia la magnitud de las concesiones mineras solicitadas en el país, con el agravante de que muchas están en páramos y parques naturales (éstos –para completar- el gobierno los está “subastando”).
La gran minería en páramos y nacimientos de agua es posible hoy debido a las modificaciones que introdujo este gobierno en la legislación ambiental. Lo que sea necesario sacrificar –hasta el agua- con tal de mantener la “confianza inversionista” de Uribe.
Tenemos pues un país muy rico en recursos naturales, asediado por multinacionales interesadas en minería, combustibles fósiles, biocombustibles y biodiversidad. Un país con una anémica democracia, donde próximamente llegarán tropas gringas cuyo objetivo, entre otros, es “proteger sus intereses e inversiones en el extranjero”.
Un escenario similar al que antecedió a las llamadas guerras del petróleo, como la de Irak. O a las igualmente horrorosas guerras Africanas, por los minerales y diamantes de sangre. La Segunda Guerra del Congo (millones de muertos) -por ejemplo- es llamada la Guerra del Coltán, un valioso mineral que ya fue detectado en Venezuela y… Colombia.
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