lunes, noviembre 02, 2009

Podemos manejar en carreteras, pero da miedo salir de la casa

Columna publicada en Vanguardia Liberal en octubre 28 2009

“La seguridad democrática le permite a uno manejar en carreteras, pero el problema es cómo salir de la casa” Eso me comentaba Silvia Galvis en uno de sus últimos mensajes electrónicos. Y sí, la inseguridad urbana, como lo advierte un editorial de Vanguardia, se propaga en las ciudades colombianas, donde muchos tienen miedo de salir de sus viviendas. Considerando que el 75% de los colombianos habita hoy en aéreas urbanas muy inseguras, entonces ¿Dónde está la cacareada seguridad que esgrime el Gobierno para justificar la reelección perpetua?

Sobre todo que en el Índice Legatum, publicado el lunes, Colombia ocupa el último puesto mundial en seguridad (sexto indice), de los 104 paises evaluados.
http://www.prosperity.com/rankings.aspx

(Interesante observar que Costa Rica, que no tiene ejercito, ocupa el puesto 44 en el indice de seguridad).

La inseguridad urbana hizo metástasis. Para confirmarlo basta con leer las aterradoras noticias cotidianas sobre fleteos, atracos, agresiones, ejecuciones extrajudiciales y asesinatos en las calles, establecimientos y viviendas. Y no es cierto, como afirmo el Mesías Uribe en un reciente encuentro sobre historia, que la violencia nunca ha cesado en el país.

Durante mi niñez en Cartagena recuerdo que los mayores delincuentes eran algunos ladrones de gallinas y -en algunas ciudades de la costa- la gente dormía con las puertas abiertas. Había pobres, pero era una pobreza diferente pues la gente no aguantaba hambre como ahora. Aquí en Bucaramanga, cuando mis hijas eran niñas, los fines de semana pasaban en la calle correteando con sus amigos en patines o jugando con un balón. Hoy sobrecoge la soledad de las calles de mi antes apacible barrio.

Es mejor prevenir que curar, reza el refrán. En medicina, en gestión ambiental o en seguridad. Es evidente que si las condiciones sociales y económicas se deterioran como consecuencia de la corrupción y de “políticas” oficiales (como Agro Ingreso Seguro o la entrega de los recursos naturales a las multinacionales), estamos cocinando un perfecto caldo de cultivo para diferentes formas de violencia. Muchos de los atracadores de hoy son desmovilizados sin posibilidades de educación y empleo. Muchos de los sembradores de coca son campesinos a los que nunca llegan las ayudas oficiales.

Apuntaba el obispo de Cúcuta: “mientras no solucionemos el problema agrario tampoco vamos a solucionar el conflicto social, léase, el conflicto armado”. En los años 70 muchos viajábamos a la costa por carretera destapada, de noche y sin miedo. Es que viajar en carreteras custodiadas por tanques y soldados no es un síntoma de seguridad, sino de inseguridad.

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