Mañana jueves se inicia el IX Seminario Internacional de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible en la UIS. Uno de los temas a tratar es el relacionado con la gestión de los residuos peligrosos. Tema de gran trascendencia, basta recordar la aguda polémica que se suscitó el pasado mes de julio cuando los colombianos se enteraron que la exministra de Medio Ambiente -Sandra Suárez- derogó la resolución 189 de 1994 que prohibía el ingreso a Colombia de este tipo de desechos.
Aunque la exministra afirmó que todo era una tormenta en un vaso de agua, para el ex ministro Manuel Rodríguez, lo que podríamos enfrentar es “una tormenta de residuos peligrosos”, ya que la derogatoria le abrió una tronera al cuestionado tráfico de desechos. La tragedia que viene de ocurrir en Costa de Marfil (África), donde siete personas murieron y 9000 se intoxicaron, es un inquietante ejemplo de lo que puede pasar cuando los países aflojan los controles, como acaba de ocurrir en Colombia. Esta es la historia.
El pasado 19 de agosto el buque griego de bandera panameña -Probo Koala- descargó (con la bendición de las autoridades) 500 toneladas de residuos peligrosos en el puerto de Abiyán con el propósito de que fueran tratados por una empresa, supuestamente especializada en este tipo de labores. Los residuos fueron transportados en camiones y descargados en botaderos a cielo abierto. En estos, los componentes volátiles envenenaron el aire en las inmediaciones de la descarga, lo que ocasionó las muertes e intoxicaciones. Según funcionarios de la ONU: “Un número importante de los desechos tóxicos también fueron vertidos al mar y cerca de huertos de cultivo, de ahí nuestra inquietud ante posibles efectos sobre la cadena alimentaria”.
Aunque en el momento de escribir esta nota no se sabía qué tipo de residuos ocasionaron los envenenamientos, se ha informado que se trata de lodos extraídos de los depósitos del carguero, una mezcla de hidrocarburos, soda cáustica y otras sustancias no identificadas. Se cree que el sulfuro de hidrogeno es uno de los compuestos implicados en los decesos. La prensa holandesa informó que el barco descargó el cargamento en Costa de Marfil, pues la empresa responsable consideró que su costo de tratamiento era demasiado caro en el puerto de Amsterdam, unos 500.000 euros. En Abiyán la operación le costó 15.500 euros a la compañía, pero los costos sanitarios y sociales son incalculables para el país africano.
Un funcionario del Probo Koala declaró que no se trata de un cargamento tóxico sino de “desechos de cargamentos anteriores, que se volvieron tóxicos después de reaccionar entre ellos”. Este es uno de los casos a los que quedamos expuestos en Colombia, pues la derogatoria de la 189 deja por fuera de la prohibición total a los desechos llamados reactivos y volátiles (como los de Abiyán) y los que provienen de barcos, para los que no se aplica el Convenio de Basilea. Y también los patógenos, corrosivos, inflamables y otros más.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario