Columna publicada en Vanguardia Liberal en noviembre 16 de 2005
Este año la Cátedra Low Maus de la UIS tiene como tema central el agua. En este contexto, diferentes expositores han hecho referencia al tratamiento de las aguas residuales en el país. Las conclusiones preocupan; según el IDEAM de 237 plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR) que se evaluaron, sólo operan en forma adecuada por ahí un 10%. Esto significa que, en el 90% de los casos, hemos literalmente botado la plata a las alcantarillas. Es una cifra muy parecida a la que reporta para América Latina la Organización Panamericana de la Salud. De ahí que no debe sorprendernos la situación deplorable en que se encuentran nuestros ríos, ciénagas y playas turísticas, como son Cartagena o el Rodadero.
La situación en el departamento no es mejor. La CAS promueve la construcción de sistemas de tratamiento en el río Fonce, pero la magnitud del problema va a requerir de iniciativas adicionales, sobre todo de las autoridades municipales, que deben multiplicar y garantizar la continuidad de los proyectos.
En el Área Metropolitana (que concentra las mayores descargas) opera la planta de Río Frío, que ha registrado problemas de malos olores. Además, la calidad del efluente final no satisface a todo el mundo. Está en marcha un proyecto para vender el gas metano producido y utilizar los recursos en la reconversión de la planta, esperemos que las cosas mejoren. He seguido con mucha atención el desarrollo de este sistema (la antigua planta) desde antes de su construcción y tengo la certeza de que fue un trabajo muy serio, adelantado por profesionales competentes. El proceso biológico utilizado está clasificado como anaerobio, es decir, utiliza microorganismos que no requieren oxigeno del aire.
Otros municipios en Santander –como Curití o el Valle de San José- también cuentan con sistemas anaerobios. Pero otros municipios colombianos –como es el caso de la planta San Fernando de Medellín- optaron por procesos aerobios (procesos con inyección de aire).
Un hecho que vale la pena analizar es por qué los sistemas anaerobios (que generan olores indeseables) no son aceptados en muchos países industrializados. El viernes pasado la Universidad Santo Tomas convocó al foro Tratamiento de Aguas Residuales y Química Ambiental, en el que especialistas españoles disertaron sobre las tecnologías aplicadas en Europa. Los europeos contaron que no aceptan (por norma) los procesos anaerobios sino los aerobios (como el de Medellín) y han obtenido muy buenos resultados.
En 1997 visite unas plantas francesas de lodos activados (aerobias) y efectivamente no hay malos olores, ocupan un espacio reducido y los efluentes son de una notable calidad. Por eso no sorprende la recuperación lograda en los ríos europeos. El jueves pasado, la Contraloría General de la República invitó a un foro sobre el agua, orientado a construir una agenda ciudadana y un escenario para debatir y ejercer veeduría sobre el tema. Me parece una iniciativa que hay que apoyar pues éste es un problema complejo, que va a exigir la participación de todos: gobiernos, academia, empresarios, agricultores, ONGs, y público en general.
Este año la Cátedra Low Maus de la UIS tiene como tema central el agua. En este contexto, diferentes expositores han hecho referencia al tratamiento de las aguas residuales en el país. Las conclusiones preocupan; según el IDEAM de 237 plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR) que se evaluaron, sólo operan en forma adecuada por ahí un 10%. Esto significa que, en el 90% de los casos, hemos literalmente botado la plata a las alcantarillas. Es una cifra muy parecida a la que reporta para América Latina la Organización Panamericana de la Salud. De ahí que no debe sorprendernos la situación deplorable en que se encuentran nuestros ríos, ciénagas y playas turísticas, como son Cartagena o el Rodadero.
La situación en el departamento no es mejor. La CAS promueve la construcción de sistemas de tratamiento en el río Fonce, pero la magnitud del problema va a requerir de iniciativas adicionales, sobre todo de las autoridades municipales, que deben multiplicar y garantizar la continuidad de los proyectos.
En el Área Metropolitana (que concentra las mayores descargas) opera la planta de Río Frío, que ha registrado problemas de malos olores. Además, la calidad del efluente final no satisface a todo el mundo. Está en marcha un proyecto para vender el gas metano producido y utilizar los recursos en la reconversión de la planta, esperemos que las cosas mejoren. He seguido con mucha atención el desarrollo de este sistema (la antigua planta) desde antes de su construcción y tengo la certeza de que fue un trabajo muy serio, adelantado por profesionales competentes. El proceso biológico utilizado está clasificado como anaerobio, es decir, utiliza microorganismos que no requieren oxigeno del aire.
Otros municipios en Santander –como Curití o el Valle de San José- también cuentan con sistemas anaerobios. Pero otros municipios colombianos –como es el caso de la planta San Fernando de Medellín- optaron por procesos aerobios (procesos con inyección de aire).
Un hecho que vale la pena analizar es por qué los sistemas anaerobios (que generan olores indeseables) no son aceptados en muchos países industrializados. El viernes pasado la Universidad Santo Tomas convocó al foro Tratamiento de Aguas Residuales y Química Ambiental, en el que especialistas españoles disertaron sobre las tecnologías aplicadas en Europa. Los europeos contaron que no aceptan (por norma) los procesos anaerobios sino los aerobios (como el de Medellín) y han obtenido muy buenos resultados.
En 1997 visite unas plantas francesas de lodos activados (aerobias) y efectivamente no hay malos olores, ocupan un espacio reducido y los efluentes son de una notable calidad. Por eso no sorprende la recuperación lograda en los ríos europeos. El jueves pasado, la Contraloría General de la República invitó a un foro sobre el agua, orientado a construir una agenda ciudadana y un escenario para debatir y ejercer veeduría sobre el tema. Me parece una iniciativa que hay que apoyar pues éste es un problema complejo, que va a exigir la participación de todos: gobiernos, academia, empresarios, agricultores, ONGs, y público en general.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario