El director de Colciencias renunció hace poco pues observó “incongruencias entre
las metas que acordó con el presidente y los recursos que le entregan”. Denunció
que -cada año- hay menos plata para apoyar programas de ciencia y tecnología
para niños, jóvenes y adultos. Y añadió: “Todo país que quiera hacer un
desarrollo en ciencia y tecnología tiene que tener unas sólidas ciencias
básicas”.
Cualquier persona
medianamente informada sabe que la clave del desarrollo sostenible es la
inversión en ciencias. El gobierno desgastó al país el año pasado en la fracasada
reforma educativa. Pero ¿para qué sirven las reformas educativas si cada vez se
invierte menos en educación e investigación?
“No es necesaria una reforma constitucional para
mejorar la justicia”, dijo la nueva
ministra. Agregó la jurista: “la verdadera
reforma consiste en un cambio de mentalidad y en una mayor asignación de recursos”.
En este país
se pretende solucionar los problemas
reformando la Constitución o las leyes. Lo más grave es que algunas iniciativas
terminarían por agravarlos, como la -a buena hora- frenada reforma a la
justicia.
Pero después del anterior fiasco, el ex presidente
Uribe y sus secuaces (principales beneficiarios del engendro) proponen una
Constituyente para reformar la misma justicia que la ministra dice que puede
mejorarse sin piruetas constitucionales. ¿Cuántos proyectos de generación de empleo, de vivienda
o educativos podrían despegar con la plática que se despilfarraría en la tal constituyente
uribista? Y si la gente tiene mayor
acceso al empleo, la vivienda o la educación es seguro que los índices de
inseguridad bajarían y los juzgados se descongestionarían. Como ha ocurrido en países que entendieron que hay que "abrir escuelas para cerrar cárceles" (Víctor Hugo).
Los
pocos ultra-uribistas que están fuera de la cárcel también proponen reformar el Congreso. Pero ¿qué hacemos reformando el Congreso si la mayoría de los
colombianos –asediados por las necesidades- siguen eligiendo a los que compran
votos, con plata “legal” o “ilegal”?
Lo mismo para las
Corporaciones Autónomas Regionales. Cuando llegó, el presidente Santos anunció
una reforma a las mismas, que también fracasó. Pero ¿de qué sirven las reformas
si seguimos eligiendo directores de corporaciones que no tienen la menor idea
sobre el tema? Más barato y efectivo sería una directriz del gobierno exigiendo
la aplicación de la meritocracia (no de la politicocracia) en las mentadas
elecciones.
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