Publicado en Vanguardia Liberal en mayo 2 de 2012
En unos días entrará en vigencia el TLC con Estados Unidos y la mayoría de
los empresarios afectados no están nada contentos. El presidente de la
federación de ganaderos, por ejemplo, advirtió: “A Colombia le va a ir muy mal
con el TLC con Estados Unidos y le irá peor con el de la Unión Europea”. El
señor Felix Lafaurie señala que los más golpeados serán los pequeños ganaderos
(la gran mayoría): “Más de 300 mil terminarán quebrados”. De todos los
productores de leche y ganado dependen “casi un millón de personas”. ¿Un tratado
para quebrar a miles de productores nacionales? ¿Tiene esto algún sentido?
Los
ganaderos tienen la razón de estar preocupados, lástima que sus líderes no lo
advirtieron antes. En el gobierno anterior, cuando se cocinó este TLC, no
cesaban de aplaudir a Álvaro Uribe. Curioso que un gran ganadero –como Uribe-
suscribiera un acuerdo que prácticamente acabará con los pequeños ganaderos, que
hacen parte de su gremio.
No solo los ganaderos serán afectados, otros productores nacionales han
manifestado su inquietud. El Gobierno les da la razón, pues anunció: “Se ha
previsto duplicar los recursos para apoyar a los sectores afectados por el TLC”.
Obama, por su parte, afirmó que el TLC generará “miles de empleos en Estados
Unidos”. Allá, hay que resaltar, no aquí.
Ahora, el problema no empezó con el
gobierno pasado (solo se agudizó), sino que se remonta a los años noventa, con
la famosa apertura económica. Desde entonces muchos productores se han quebrado
y poco a poco la producción nacional ha sido desplazada por la foránea.
Lo anterior solo puede traducirse en más desempleo y más “empleo”
informal, la gente desesperada se rebusca vendiendo chucherías. En el mejor de
los casos, ya que otros caen en las garras de la delincuencia o las bandas
armadas. Como “soluciones”, los gobiernos caen en medidas represivas o
populistas-asistencialistas que no solucionan nada en el fondo.
Hay que
reconocer que el presidente Santos ha mejorado muchas cosas con relación con el
gobierno anterior. Por lo menos terminó la pelotera con los vecinos y los
jueces. También acabó el compadrazgo con ilustres miembros de la
narcoparapolítica. Sin embargo, el antimodelo de desarrollo (depredador de la
producción nacional y del ambiente) que ha seguido el país en las últimas
décadas se mantiene prácticamente intacto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario