Publicado en Vanguardia Liberal en mayo 16 de 2012
Una nota publicada en El Espectador el sábado pasado (“Un mal cálculo de
Isagén”) se refiere a los inesperados impactos generados por la construcción de
un túnel que llevaría las aguas del río Manso hasta el embalse Amaní de la
Central Hidroeléctrica Miel I, en el departamento de Caldas. Anota el
periodista: “los habitantes de las fincas aledañas al proyecto notaron que al
menos 22 quebradas que antes adornaban esas montañas e irrigaban los campos
agrícolas y ganaderos se fueron secando, mientras las máquinas horadaban la
montaña. El agua que antes fluía a la superficie comenzó a perderse bajo el
suelo de la montaña, por culpa del incipiente túnel”.
Para evitar
complicaciones, Isagén decidió comprar las fincas afectadas. Isagén reconoció
que “se presentó un impacto no previsto. Las infiltraciones fueron superiores a
lo esperado, según los estudios y diseños”. Y bien superiores, de 5 a 20 litros
por segundo permitidos se “superaron los 300 l/s”, según comunicado
“aclaratorio” de Isagén.
Aparte del tema económico directo, queda pendiente el tema ambiental.
¿Cómo van a evolucionar hacia el futuro los suelos y ecosistemas asociados, que
antes eran irrigados por las quebradas? Isagén asegura que ya recuperó varias
quebradas, pero solo el tiempo permitirá establecer los alcances reales del
problema.
Este caso ratifica lo que ya ha sido señalado sobre los impactos que
pueden generar en la superficie las excavaciones subterráneas. Esperemos que el
Ministerio de Ambiente –que le otorgó licencia ambiental al errático túnel- tome
nota de sus efectos, cuando evalúe proyectos de gran minería subterránea en
zonas que son abastecedoras de agua potable para los municipios. Por ejemplo,
los ríos que abastecen al área metropolitana de Bucaramanga.
Esperemos también que Isagén haya realizado bien sus estimativos sobre
los efectos que tendrá la represa Hidrosogamoso en el área de influencia de la
misma.
También en el diseño de otras hidroeléctricas en el departamento, caso
del proyecto Piedra del Sol en el ya contaminado río Fonce. Este proyecto,
clasificado como tipo “filo de agua”, está pendiente de la licencia ambiental.
Sería interesante ver, por ejemplo, qué propone el estudio de impacto ambiental
para manejar el tema de las aguas residuales que llegan a este río. Cuando
aguas contaminadas son represadas (incluso en pequeñas represas), las aguas de
baja velocidad se convierten en fuente de mayores problemas ambientales y
sanitarios.
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