Publicado en Vanguardia Liberal en mayo 30 de 2012
En marzo 2006 me refería en este espacio a una
denuncia instaurada por una estadounidense contra la industria láctea por
publicidad engañosa. La mujer afirmó que engordó después de comprar productos
lácteos que supuestamente la ayudarían a rebajar. Como he señalado en otras
columnas, ese no es un caso aislado; tenemos bebidas y otros “alimentos”
promocionados como “light” que en realidad no lo son.
En el pasado mes de abril,
por ejemplo, el fabricante de la famosa crema Nutella (que consumen niños en
todo el mundo) aceptó pagar tres millones de dólares por la demanda de un
colectivo que argumentó que Nutella (contrario a lo que dice la publicidad) no
es un alimento “ni sano ni nutritivo”. Ellos plantearon que Nutella contiene,
entre otros, azúcar refinada y aceite de palma, este último con alto contenido
de grasa saturada, no recomendada para la salud. Los fabricantes se
comprometieron a “modificar la publicidad sobre Nutella y a detallar mejor los
elementos nutricionales”.
En Francia, la multinacional Monsanto fue condenada (febrero 2012) por la intoxicación del agricultor Pierre François, en el año 2004, con el herbicida Lasso. Resulta que el cultivador de cereales respiró vapores del herbicida, al abrir un pulverizador del producto. El señor padeció en el acto de náuseas, dolores de cabeza, problemas musculares y otros trastornos que lo incapacitaron desde entonces. Un año después del incidente, el cultivador aún “tenía en su cuerpo trazas de monoclorobenzeno y de anacloro”, sustancias químicas presentes en Lasso. La etiqueta por supuesto no advertía sobre los riesgos del producto.
En 2008, Monsanto ya había sido multada por publicidad engañosa, ya que presentó
el herbicida Roundup (glifosato) como “biodegradable y protector del medio
ambiente”. Aquí las autoridades siguen fumigando con glifosato a las comunidades
pobres, ya que consideran que cualquiera puede hacer gárgaras con el
herbicida.
Lo anterior para resaltar la decisión de la Superintendencia de Industria y Comercio de multar a la empresa Revertrex, pues “consideró como engañosos los mensajes comerciales que promueven a Revertrex como fuente de la eterna juventud”. La empresa, como ya ocurrió en otros países, demando a la Superintendencia por “usurpación de función pública”. Más allá de los aspectos judiciales, hay que preguntarse ¿todavía hay quienes creen que existen pociones mágicas para mantenerse eternamente jóvenes? Deberían más bien sancionar a los que todavía creen estas tonterías.