Publicado en Vanguardia Liberal en febrero 22 de 2012
El prestigioso colega columnista Sergio Rangel se refiere, el domingo pasado, a mi nota anterior titulada: "Biodiesel de palma no es combustible renovable". Hay que hacer algunas precisiones pues –como anota Rangel- existe mucha desinformación sobre el tema en Colombia. En mi columna simplemente reproduzco una decisión reciente de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA); la misma concluye que este biodiesel "no puede catalogarse como renovable". Y que, por consiguiente, las empresas petroleras no "pueden utilizarlo para cumplir con las normas de combustibles renovables".
También publicaciones europeas de 2012 advierten: "las emisiones de gases invernadero de biocombustibles de palma aceitera, soya o colza (no solo de palma), son más altas que las de los combustibles fósiles"; cuando se analizan sus ciclos de vida (EurActiv).
Estas publicaciones ya crearon olas. Una noticia reciente informa que Airbus, segundo fabricante mundial de aviones, planteó que la Unión Europea debe abandonar los incentivos al uso de biodiesel en transporte terrestre y apoyar el uso de bioqueroseno en aviones. La tendencia es utilizar mezclas con aceite de plantas no usadas en la alimentación, como la Jatropha curcas.
No es que se cuestione el combustible de palma para promocionar otros como la soya (también alimentario), como señala Rangel. Lo que se ha propuesto en el ámbito mundial –hace rato- es dejar atrás los Biocombustibles llamados de Primera Generación (basados en plantas usadas en alimentación humana) y pasar a promover aquellos que no usan tierras ni consumen plantas de uso alimentario. Es decir, Biocombustibles de Segunda y Tercera Generación; producidos a partir de residuos agrícolas o urbanos, plantas no alimenticias o micro algas.
Mi columna anterior destaca la urgencia de reflexionar sobre la conveniencia de continuar incentivando la expansión de cultivos de palma en Colombia; frente a un contexto que no favorece un aumento de la demanda, sino todo lo contrario (por razones ambientales y de salud pública). En un escenario de alta oferta y demanda a la baja, los primeros perjudicados con la caída de precios son los palmeros tradicionales, como los de Puerto Wilches
¿Por qué no explorar alternativas diferentes a la palma, como Jatropha, higuerilla o Sacha Inchi? ¿Por qué no apoyar proyectos oleo químicos orientados a producir derivados de mayor valor que los aceites? Ahí es donde está el negocio en los tiempos que corren.
El prestigioso colega columnista Sergio Rangel se refiere, el domingo pasado, a mi nota anterior titulada: "Biodiesel de palma no es combustible renovable". Hay que hacer algunas precisiones pues –como anota Rangel- existe mucha desinformación sobre el tema en Colombia. En mi columna simplemente reproduzco una decisión reciente de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA); la misma concluye que este biodiesel "no puede catalogarse como renovable". Y que, por consiguiente, las empresas petroleras no "pueden utilizarlo para cumplir con las normas de combustibles renovables".
También publicaciones europeas de 2012 advierten: "las emisiones de gases invernadero de biocombustibles de palma aceitera, soya o colza (no solo de palma), son más altas que las de los combustibles fósiles"; cuando se analizan sus ciclos de vida (EurActiv).
Estas publicaciones ya crearon olas. Una noticia reciente informa que Airbus, segundo fabricante mundial de aviones, planteó que la Unión Europea debe abandonar los incentivos al uso de biodiesel en transporte terrestre y apoyar el uso de bioqueroseno en aviones. La tendencia es utilizar mezclas con aceite de plantas no usadas en la alimentación, como la Jatropha curcas.
No es que se cuestione el combustible de palma para promocionar otros como la soya (también alimentario), como señala Rangel. Lo que se ha propuesto en el ámbito mundial –hace rato- es dejar atrás los Biocombustibles llamados de Primera Generación (basados en plantas usadas en alimentación humana) y pasar a promover aquellos que no usan tierras ni consumen plantas de uso alimentario. Es decir, Biocombustibles de Segunda y Tercera Generación; producidos a partir de residuos agrícolas o urbanos, plantas no alimenticias o micro algas.
Mi columna anterior destaca la urgencia de reflexionar sobre la conveniencia de continuar incentivando la expansión de cultivos de palma en Colombia; frente a un contexto que no favorece un aumento de la demanda, sino todo lo contrario (por razones ambientales y de salud pública). En un escenario de alta oferta y demanda a la baja, los primeros perjudicados con la caída de precios son los palmeros tradicionales, como los de Puerto Wilches
¿Por qué no explorar alternativas diferentes a la palma, como Jatropha, higuerilla o Sacha Inchi? ¿Por qué no apoyar proyectos oleo químicos orientados a producir derivados de mayor valor que los aceites? Ahí es donde está el negocio en los tiempos que corren.
2 comentarios:
Interesting post Thanks for sharing
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