La semana pasada, la Procuraduría le solicitó a la Corte Suprema que condene al ex congresista Teodolindo Avendaño por el delito de cohecho y enriquecimiento ilícito, por su participación en la tortuosa aprobación de la primera reelección de Álvaro Uribe. Como se sabe, el cohecho implica que alguien fue inducido a pecar por una paga y que otro le pagó a ese alguien para que pecara. Esperamos –sentados- que la Procuraduría nos explique quiénes fueron los paganinis.
Una presunta beneficiada por el Ministerio de Protección Social, fue la nuera de don Teodolindo, según su propia confesión.Claro que el primer beneficiado de la voltereta de Yidis y Teodolindo fue el presidente Uribe. Gracias a la ágil pareja, la reelección fue aprobada en el Congreso por 17 votos a favor y 16 en contra.
La Procuraduría considera las andanzas de Teodolindo como una “acción criminal”, pero los hechos también se derivan de la plaga clientelista que Uribe prometió acabar; pero ésta, como otras, más bien se ha multiplicado. El clientelismo es “un sistema de intercambio de favores, en el cual los funcionarios otorgan prestaciones a cambio de apoyo electoral”. Es el caso de la primera reelección y también de la segunda, que se encuentra inmersa en un pantano de cuestionamientos.
El clientelismo uribista no termina allí. El ex ministro Rafael Pardo, al referirse a Familias en Acción, advertía: “El asistencialismo de Uribe es el nuevo clientelismo y servirá de plataforma electoral, en caso de una nueva reelección”.
El senador Camilo Sánchez señalaba: “El mejor invento de Uribe no es la política de Seguridad Democrática, sino los Consejos Comunales, donde cada semana hace el milagro de aparecerse con plata para regalar y anunciar obras para realizar”. Las cuentas son sencillas, el año pasado 1’700.000 Familias en Acción recibían subsidios; si asumimos un mínimo de dos firmas por familia tenemos 3’400.000. Si sumamos las firmas de inversionistas de DMG (que hoy piden sean declaradas nulas) y las derivadas del Clientelismo Empresarial uribista (como lo llamó el Decano de Economía de los Andes), fácilmente llegamos a las 3’900.000 firmas que se recogieron para el referendo autoreeleccionista.
Antes el clientelismo se lo repartían democráticamente los políticos a través de los auxilios parlamentarios, hoy Uribe centralizó los auxilios en la Casa de Nari. Sorprende que no le vaya mejor en las encuestas.
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