El senador liberal Juan Manuel Galán cuestionó la semana pasada la política antidroga del gobierno, recalcó que es necesario explorar nuevas estrategias. Propone como un primer paso abrir el debate en Colombia “sobre la legalización de las drogas”. La propuesta coincide con planteamientos que han realizado en el pasado intelectuales como Carlos Fuentes (“cuando se legalizo el alcohol en Estados Unidos no desaparecieron los borrachos, pero si se extinguieron los Al Capones”, ha dicho el escritor), diferentes académicos, periodistas y miembros del Polo Democrático Alternativo.
La respuesta tradicional del uribismo a estas propuestas es la de tachar de aliados de los narcoterroristas a los que se atreven a disentir del fumigar y fumigar. Sin embargo, en el caso del senador Galán sería muy difícil acusarlo de complicidad con los narcos, considerando que su ilustre padre fue una de las victimas de los traficantes. Aunque después del rebuscado cuento que le armaron al senador Pardo (con las Farc), cualquier cosa se puede esperar de este gobierno.
En todo caso, el fracaso del Plan Colombia no es un invento de la oposición. Recordemos el duro informe del New York Times de agosto del año pasado: después de seis años y 4700 millones de dólares, no ha cambiado ni “el precio, ni la calidad ni la disponibilidad de la cocaína en las calles de Estados Unidos”, “tanta coca es cultivada hoy en Colombia como crecía al comienzo de la fumigación a larga escala en el 2000”, señalaron los periodistas gringos. Ahora, parece difícil que este gobierno gane la presunta guerra contra la droga mientras altos funcionarios colombianos no se pongan de acuerdo siquiera sobre la apariencia de una mata de coca, como acaba de ocurrir en el absurdo rifirrafe con Ecuador.
Así que bienvenida la propuesta de debatir sobre el tema, ojala en forma serena, documentada, sin falsos moralismos. Por ejemplo, seria importante evaluar el papel de los indicadores que usa este gobierno. En cualquier sistema de gestión, los resultados se miden con indicadores numéricos. Si estos sugieren que los objetivos no se están cumpliendo (como es el caso que nos ocupa), el sentido común recomienda que hay que buscar caminos alternativos que lleven a la solución del problema. Por ello es esencial escoger bien los indicadores, este gobierno se aferra -entre otros- al numero de hectáreas fumigadas, pero este es un indicador engañoso pues no refleja la realidad, como lo sugiere el informe del Times y otros. Seria un buen indicador si el objetivo no fuese solucionar el problema, sino engañar a la gente.
1 comentario:
Totalmente de acuerdo con este articulo, muy interesante su blog.
Continuare leyéndolo.
Aunque al parecer todo pertenece a vanguardia liberal....
Hasta pronto ..
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