En los últimos meses se ha registrado una auténtica avalancha de informes científicos relacionados con el “cambio climático” que experimenta el planeta. Aunque el tema no es nuevo en medios académicos (1), sólo en los últimos años ha despertado el interés de la prensa, la industria cinematográfica y la ciudadanía.
Parece evidente que el incremento de eventos catastróficos asociados a inundaciones, sequías prolongadas, tornados y huracanes ha producido un impacto sobre la opinión pública mundial, sobre todo después de desastres apocalípticos, como el ocasionado por el huracán Katrina. Los científicos habían advertido, hace casi 20 años, sobre el aumento en la frecuencia e intensidad de este tipo de fenómenos (2). Los informes más recientes confirman las inquietantes predicciones. Este año, el destacado científico de la NASA James Hansen, afirmó que “el mundo tiene un plazo de 10 años para tomar medidas decisivas sobre el calentamiento global y evitar una catástrofe climática”. Más grave aún: Hansen sostiene que su propio gobierno pretendió silenciar sus declaraciones (3).
Lo anterior no sorprende ya que Estados Unidos (principal generador de emisiones) se ha opuesto desde siempre a la aplicación del Convenio de Kyoto, que pretende controlar los llamados gases de invernadero (bióxido de carbono, metano, otros). Se espera que la derrota republicana, en las elecciones de noviembre de 2006, implique una urgente rectificación, en este y otros campos, aunque esto no es seguro. Sin embargo, hay que reconocer que entre los dirigentes demócratas de los Estados Unidos, se observa una mayor sensibilidad frente al tema.
Es el caso del ex vicepresidente Al Gore, que ocasionó revuelo mundial este año con su documental “Una verdad inconveniente”. En éste, ratifica que sólo nos quedan unos pocos años para evitar una catástrofe planetaria “sin precedentes”. El mismo Al Gore (así como la organización Greenpeace) invitó a sus compatriotas -en el año 2004- a ver la película de ciencia ficción “El día después de mañana”.
En la película, el calentamiento global produce descomunales tornados que devastan las urbes y un maremoto inunda Nueva York, que más tarde atraviesa por una nueva era glacial. Los habitantes del norte se ven obligados a emigrar hacia el relativamente cálido sur, como posiblemente ocurrió en pasados periodos glaciales. El gobierno británico anunció que Al Gore será asesor ambiental de los programas de ese país, que produjo (en octubre 2006) otro espeluznante informe. Este fue elaborado por el economista Nicholas Stern, antiguo vicepresidente del Banco Mundial. El informe predice que, si no se toman medidas inmediatas, podrían ocurrir los siguientes sucesos: a) el incremento del nivel del mar desplazará 100 millones de personas b) el derretimiento de los glaciares ocasionará escasez de agua para mil millones c) cerca del 40% de las especies podría extinguirse y d) las sequías podrían generar “millones de refugiados climáticos” (4).
Stern concluye: “No podemos esperar los cinco años que tomó negociar el protocolo de Kyoto; simplemente no tenemos ese tiempo. Aceptamos que tenemos que ir más allá (de Kyoto)” (4). Las últimas advertencias se escucharon en la Convención sobre el Cambio Climático que se celebró en Nairobi, en noviembre de 2006.
El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), en su informe ‘Los futuros océanos’, es contundente: “La tendencia actual, comprobada por satélite, muestra que el nivel del mar sube tres centímetros por década, lo que se acerca al peor escenario de todos los calculados por el IPCC”, aseguró Stefan Rahmstorf, profesor de física de los océanos. Según Rahmstorf, “el aumento del nivel del mar, derivado entre otros factores del deshielo de los glaciares, es uno de los impactos más graves y partes de Manhattan, Holanda, Bangladesh y miles de pequeñas islas podrían quedar bajo las aguas”. “La actividad humana está desencadenando cambios en los océanos sin precedentes en varios millones de años”, remató el científico (5).
Los medios le han hecho eco a los informes científicos. Por ejemplo, el editorial de El Tiempo de noviembre 5 de este año, titulado “El fin del mundo”, presenta una recopilación de algunos estudios y concluye: “El fin del mundo ya no es una mítica promesa del Apocalipsis, sino una realidad del siglo”. Aunque sería muy arriesgado considerar los editoriales de El Tiempo como una referencia, si reflejan la creciente inquietud que existe en la ciudadanía en torno al cambio climático que afecta el planeta.
Lo curioso es que -la anterior no es una preocupación nueva. En su libro sobre los Kogi (la fascinante cultura indígena de la Sierra Nevada), Reichel Dolmatoff escribe lo siguiente: “Según dicen los Mamas el fin del mundo está cerca. Según ellos, el mundo se hundirá; lentamente se sumergirá. Sus últimos habitantes se reunirán en lo mas alto de los nevados, hasta que ellos también se hundan en la nada”. Como ya se vio, esta es precisamente una de las preocupaciones relacionadas con el cambio climático, la posibilidad de que el nivel del mar siga aumentando –como de hecho lo está haciendo (fenómeno visible en Cartagena)- hasta que ocasione inundaciones catastróficas.
Los científicos saben que estas pavorosas invasiones marinas ocurrieron en el pasado, se han encontrado evidencias de grandes inundaciones que podrían estar relacionadas con el diluvio que evocan diferentes culturas. En el caso de Colombia, algunos estudios reportan niveles marinos -en el pasado- mucho más elevados que los registrados en la actualidad. Estos avances del mar inundaban zonas que hoy son tierra firme, como es el caso de Cartagena y sus alrededores (6).
En realidad el clima siempre está cambiando, de ahí las dificultades en su predicción. El clima experimenta pequeños cambios en periodos cortos, pero sufre cambios espectaculares en términos de miles o millones de años. Recordemos que la Tierra ha sufrido brutales enfriamientos en el pasado: periodos glaciales. En la actualidad, y desde hace varios siglos, vivimos en un ambiente de temperaturas moderadas, que permitieron el desarrollo agrícola en los últimos miles de años. Pero esto no será siempre así, tarde o temprano el clima cambiará. Y no sólo por acciones humanas ya que existe también la influencia del sol y los cambios geológicos, que producirán eventos inimaginables en los próximos millones de años, como es la evaporación de los océanos.
Sin embargo, estos hechos ocurrirán en el futuro lejano, así que lo que debe interesarnos es la amenaza inmediata. Que es real, según la mayoría de los científicos y está relacionada con actividades humanas. Aparte de los eventos ya reseñados, los estudiosos se preocupan por la desaparición de los nevados (fenómeno visible en Colombia), la destrucción de los corales (también reportada en nuestro país), los efectos sobre los bosques y cultivos, la acidificación de los océanos y el aumento de las poblaciones de mosquitos trasmisores de enfermedades, entre otras calamidades.
Estos estudios son conocidos por los gobiernos, desde hace varias décadas. Lo que preocupa es la inexistencia de una decisión política que permita tomar acciones en el inmediato futuro. Tanto en Estados Unidos, gran productor de gases de invernadero, como en países dependientes, como Colombia, que le sigue dócilmente los pasos a su “aliado”, en esta y otras desviaciones. Esto explica el pesimismo de algunos analistas. Protocolo de Kyoto: al borde del abismo, titula la revista francesa Science & Vie en agosto de este año.
1. Svante Arrhenius escribió en 1896 “On the influence of carbonic acid in the air upon the temperature of the ground”.
2. Gribbin John and Mary, Hothouse Earth, Bantan Press, London, 1990. 3. http://www.astroseti.org/ vernew.php?codigo=1886
4. http://news.bbc.co.uk/ hi/spanish/business/newsid_ 6098000/6098304.stm
5. http://www.elporvenir.com. mx/notas.asp?nota_id=954556. www.ideam.gov.co/biblio/ paginaabierta/Variaciones%20del %20nivel%20del%20mar.pdf
Jairo Puente Bruges jpuente@uis.edu.co
Coordinador de la Especialización en Química Ambiental
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