Columna publicada en Vanguardia Liberal en noviembre 29 de 2006
El uribismo corre el riesgo de desaparecer si continúan las decisiones judiciales de la Fiscalía y la Corte Suprema de Justicia. Unos ya están en la guandoca, otros al borde de un ataque de nervios. Hoy se sabe que muchos de ellos se reunieron en Ralito en el 2001 y “firmaron un texto de compromiso político con las AUC”. En el 2001 los narcoparamilitares estaban en la ilegalidad total pues no había proceso de paz. Vale la pena preguntarse: ¿Qué tipo de “acuerdo político” se puede hacer con unas personas sindicadas de asesinatos y saqueos al erario? ¿El acuerdo era de “Masacres por votos”?, como tituló la revista Cambio. Evaluaciones posteriores (estudios de Claudia López y otros) sugieren que el “acuerdo” funcionó en las elecciones del 2002 y que muchos de estos políticos se beneficiaron. ¿Son válidos estos resultados?
Lo curioso es que todos ellos (políticos y narcoparamilitares) apoyaron la elección y reelección del presidente Álvaro Uribe. Hay que preguntar: ¿por que personas con graves líos judiciales simpatizan con Uribe? Raro, pues los delincuentes apoyan a los que los ayudan, a los que los combaten terminan asesinándolos, como pasó con Galán.
Frente a la responsabilidad de Uribe tenemos dos opciones: la primera es que el presidente no sabía y que –como ocurrió con su amigo Samper- todo pasó a sus espaldas. Claro que a Samper se le critico por que no se percato de la entrada de un elefante, ¿que diríamos de este caso donde la imagen se asemeja al tropel que genera una manada de mamuts?. Esta posibilidad no deja bien parado al presidente pues sugiere que vive en las nubes y no tiene mucho tino en el momento de escoger a sus socios políticos y colaboradores. La otra opción es que el presidente sí sabía; seguramente a mis amigos uribistas se les ocurre otras opciones.
Sea como fuese, es trascendental la responsabilidad que le corresponde a la oposición –el Polo Democrático Alternativo (PDA) y el Partido Liberal- en medio de la mayúscula crisis, pero saludable destape. Todo esto se analizará en el Congreso Nacional del PDA, que se llevará a cabo en Bogota a partir de mañana. El PDA está comprometido con cambios que beneficiarían a todos los colombianos, pero en el marco del sistema democrático. El propósito es fortalecer la democracia, no destruirla.
Por ello –frente a las campañas de desinformación que promueve el régimen (que persisten en asociar a la izquierda democratica con la guerrilla)- es necesario reiterar que la izquierda democrática condena enérgicamente la vía armada y el terrorismo, como medio para lograr las reformas que reclaman los colombianos. Esto no le impide considerar que la vía más prometedora para lograr la reconciliación nacional es a través del diálogo, con todos los grupos armados, y por medio de cambios en el antimodelo de desarrollo, que permitan superar la actual crisis
El uribismo corre el riesgo de desaparecer si continúan las decisiones judiciales de la Fiscalía y la Corte Suprema de Justicia. Unos ya están en la guandoca, otros al borde de un ataque de nervios. Hoy se sabe que muchos de ellos se reunieron en Ralito en el 2001 y “firmaron un texto de compromiso político con las AUC”. En el 2001 los narcoparamilitares estaban en la ilegalidad total pues no había proceso de paz. Vale la pena preguntarse: ¿Qué tipo de “acuerdo político” se puede hacer con unas personas sindicadas de asesinatos y saqueos al erario? ¿El acuerdo era de “Masacres por votos”?, como tituló la revista Cambio. Evaluaciones posteriores (estudios de Claudia López y otros) sugieren que el “acuerdo” funcionó en las elecciones del 2002 y que muchos de estos políticos se beneficiaron. ¿Son válidos estos resultados?
Lo curioso es que todos ellos (políticos y narcoparamilitares) apoyaron la elección y reelección del presidente Álvaro Uribe. Hay que preguntar: ¿por que personas con graves líos judiciales simpatizan con Uribe? Raro, pues los delincuentes apoyan a los que los ayudan, a los que los combaten terminan asesinándolos, como pasó con Galán.
Frente a la responsabilidad de Uribe tenemos dos opciones: la primera es que el presidente no sabía y que –como ocurrió con su amigo Samper- todo pasó a sus espaldas. Claro que a Samper se le critico por que no se percato de la entrada de un elefante, ¿que diríamos de este caso donde la imagen se asemeja al tropel que genera una manada de mamuts?. Esta posibilidad no deja bien parado al presidente pues sugiere que vive en las nubes y no tiene mucho tino en el momento de escoger a sus socios políticos y colaboradores. La otra opción es que el presidente sí sabía; seguramente a mis amigos uribistas se les ocurre otras opciones.
Sea como fuese, es trascendental la responsabilidad que le corresponde a la oposición –el Polo Democrático Alternativo (PDA) y el Partido Liberal- en medio de la mayúscula crisis, pero saludable destape. Todo esto se analizará en el Congreso Nacional del PDA, que se llevará a cabo en Bogota a partir de mañana. El PDA está comprometido con cambios que beneficiarían a todos los colombianos, pero en el marco del sistema democrático. El propósito es fortalecer la democracia, no destruirla.
Por ello –frente a las campañas de desinformación que promueve el régimen (que persisten en asociar a la izquierda democratica con la guerrilla)- es necesario reiterar que la izquierda democrática condena enérgicamente la vía armada y el terrorismo, como medio para lograr las reformas que reclaman los colombianos. Esto no le impide considerar que la vía más prometedora para lograr la reconciliación nacional es a través del diálogo, con todos los grupos armados, y por medio de cambios en el antimodelo de desarrollo, que permitan superar la actual crisis