Columna publicada en Vanguardia Liberal en junio 28 de 2006 Me entero, a través de Internet (pues para los demás medios, la noticia pasó desapercibida en medio del fútbol y las rumbas del puente festivo), del asesinato del profesor Gustavo Loaiza de la Universidad de Antioquia. El docente de 57 años se tomaba el viernes pasado un par de cervezas frente a la universidad, cuando se le acercó un sicario y le propinó un disparo en la cabeza. Loaiza se desempeñaba en el Departamento de Matemáticas y fue cofundador de los semilleros de matemáticas. Según su Decano, creó un programa “llamado Plan Padrino, que consistía en contactar empresas para solicitar recursos para ayudar a los estudiantes más pobres”. Su nombre no estaba incluido en la lista de 29 profesores y estudiantes amenazados por las llamadas “nuevas autodefensas”, que no son otra cosa que el viejo narcoparamilitarismo, que ya cuenta con 22 nuevos grupos en Colombia, según la revista Cambio. La semana pasada también fueron amenazados miembros de la Universidad Nacional de Bogotá. El oscuro grupo advirtió que "ajusticiará a todo aquel que participe en actos terroristas que amenacen al centro educativo y al país”. En el momento de escribir esta nota no se sabe quienes están detrás del asesinato de Loaiza pero el hecho ha disparado todas las alarmas pues –en el país de la Seguridad Democrática uribista- las amenazas hay que tomarlas muy en serio. Recordemos que en el 2004 fue asesinado en Barranquilla, el reconocido profesor universitario Alfredo Correa de Andreis, crimen que -como muchos otros- continúa en la impunidad. Lo último que se supo fueron las declaraciones del ex jefe de informática del DAS, Rafael García, quien afirmó en su indagatoria que "funcionarios de la seccional del DAS en Bolívar acabaron con la vida del profesor Alfredo Correa de Andreis". El profesor fue acusado por un reinsertado de “ideólogo de las FARC” y encarcelado. Sin embargo, más tarde fue completamente exonerado por la justicia pero ejecutado por las extrañas fuerzas que están tomándose el país. Mientras que los inocentes son condenados y asesinados, los verdaderos delincuentes disfrutan de su jubilación en sus fincas de recreo, manejan vehículos blindados presidenciales o son protegidos por las fuerzas del orden (según hipótesis planteada en torno a la reciente masacre de policías en Jamundi). Claro que no son sólo los profesores universitarios los que están amenazados en la Era de Uribe, sino también los maestros, estudiantes, sindicalistas, periodistas y defensores de los derechos humanos. La semana pasada fue asesinado (también de un tiro en la cabeza) en el norte de Bucaramanga el líder comunal Bianor Calderón García, en su propio barrio, muy cerca de su casa. No se trata de incidentes aislados pues, según informó Vanguardia Liberal, ya son cuatro los líderes cívicos de barrios populares que caen en manos de los violentos, y muchos otros están temerosos. Y con razón, de acuerdo con el informe de Cambio, 25 líderes comunales han desaparecido en Ciudad Bolívar en Bogotá desde septiembre del 2005. |
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miércoles, junio 28, 2006
Otro profesor universitario asesinado
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