Preocupan dos noticias que publico Vanguardia Liberal el lunes pasado. “En el primer semestre, según Medicina Legal, los homicidios crecieron 53%”. Pasamos de 47 casos el año pasado a 72 homicidios en el 2006, en la capital de Santander. Las autoridades atribuyen este incremento a la delincuencia, las venganzas, los ajustes de cuentas y las riñas. Es que los actos delincuenciales continúan progresando en Bucaramanga. Tanto que, según la otra noticia: “Los taxistas quieren armarse, para enfrentarse a los delincuentes”. Grave, pues mientras en el ámbito nacional se propone el desarme total, aquí algunos proponen todo lo contrario.
Sin embargo, se entiende la angustia de los conductores pues este año han asesinado a ocho de sus colegas y se registran unos 10 asaltos diarios. Claro que no son sólo los taxistas los afectados, ya que todos los días leemos y escuchamos sobre atracos en las calles y las casas. De seguir así vamos a necesitar acompañamiento militar, no solo para viajar a la costa por tierra, sino para ir a la tienda de la esquina. ¿Será que la Seguridad Democrática Uribista es capaz de colocarle un policía a la pata de cada colombiano?
“O nos garantizan la seguridad o nos armamos” advierten los taxistas. Pero ¿Si será que cuando todos nos armemos hasta los dientes desaparecerán las amenazas? ¿O será que el remedio es peor que la enfermedad? En Bogota, el menor Edwin Penagos resulto herido y paralítico, cuando se disparó el arma de uno de sus compañeros de clases. Son ya incontables los casos de heridos con balas perdidas, en medio de riñas callejeras o parrandas. De ahí que la Alcaldía de Bogota no ha propuesto el rearme, sino el desarme, a través de estrategias pedagógicas y acciones contra el contrabando y alquiler de armas.
Por supuesto que lo anterior no será suficiente, mientras persista la extrema pobreza que afecta a un número creciente de colombianos. Muchos ingresan a la ilegalidad por que la sociedad no les ofrece alternativas de supervivencia. El problema empieza cuando millones de niños sin niñez deben trabajar o prostituirse para mal vivir y crecen de medio del maltrato, la desesperanza y la ignorancia total. Todo ello ocurre en un país que no es pobre, sino muy rico en recursos naturales. ¿Por qué tanta pobreza en medio de tanta riqueza? El hecho cierto es que el antimodelo de “desarrollo” que se viene aplicando en el país esta orientado a profundizar las desigualdades, no a reducirlas.
En este contexto, el TLC neoliberal que pretende suscribir mister Bush con mister Uribe no mejorara sino que agudizara la crisis social en estos países, sobre todo con las secuelas que genera el rifirrafe con Venezuela. Y más pobreza e ignorancia solo traerá más violencia, así todos portemos una metralleta en la mochila. Decía hace poco el premio Nóbel Joseph Stiglitz, que en estos tratados “no priman intereses de equidad o democracia, sino los de grupos particulares, como las farmacéuticas y las petroleras”.