Publicada en Vanguardia Liberal en mayo 8 de 2013
En
su último libro -Lo que no tiene nombre-
la reconocida escritora Piedad Bonett se refiere al suicidio de su hijo, en el año 2011. En diciembre pasado Bonett
escribió en su columna de El Espectador que cuando su hijo tenía 20
años (en el 2003), fue tratado con la
sustancia isotretinoina (Roacután); recetada para el acné severo. Un mes más
tarde, el muchacho cayó en “una grave depresión y otras complicaciones mentales
que trasformaron su vida y la de su familia”. La escritora reproduce fuentes que reseñan los efectos secundarios
del producto.
Por ejemplo, en la página de la Food and Drug Administration de Estados
Unidos (http://www.fda.gov/Drugs), se citan como posibles efectos
secundarios, entre otros, los siguientes: “Defectos de nacimiento. Puede causar defectos de nacimiento (bebés
deformes) si es consumido por una mujer
embarazada. También aborto involuntario, parto prematuro o la muerte del bebé”. “Problemas mentales y suicidio. Algunos pacientes, tomando el producto o poco
después de dejarlo, han desarrollado graves problemas mentales.
Algunos síntomas: tristeza, ansiedad, ira, pérdida de placer o interés en actividades sociales o deportivas, dormir demasiado o demasiado poco, cambios en el peso o el apetito, disminución de rendimiento en la escuela o el trabajo y dificultad
para concentrarse”.
Síntomas menos graves:
piel seca, labios agrietados, sequedad en los ojos y hemorragias nasales. entre
otros.
En
su columna Piedad Bonett concluye: “No sabría decir si el Roacután causó
la enfermedad, si la potenció porque había una predisposición o si se trató de
una casualidad de fechas. Sólo sé que nadie hizo un estudio de antecedentes a
la hora de formularlo. Y me pregunto: ¿debe venderse un medicamento tan
cuestionado? ¿Su comprobada eficacia en erradicar el acné justifica que unos
cuantos seres arruinen su salud y su
vida?”.
En febrero de este año me refería a la controversia desatada en Francia
por mujeres afectadas por el consumo de pastillas usadas como
anticonceptivos, pero también para el tratamiento del acné (Diane 35). En otras
columnas he hecho referencia al consumo por parte de jóvenes de Viagra,
esteroides, acetaminofén y otras
sustancias que se venden libremente. El caso es que no sabemos cuáles son los
efectos sobre el cuerpo y la mente de
esta mezcla de sustancias químicas que hoy consumen masivamente jóvenes y
adultos.
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