Por estos días
en los que el país empieza –una vez más- a hablar de paz, recordaba la letra de
“Imagine” (1971), una de las famosas
canciones de John Lennon dedicada a la paz. “Imagina una hermandad de hombres,
imagínate a toda la gente compartiendo el mundo”. Pues bien, si en un país con
tantos recursos naturales -como Colombia- todos nos pusiésemos de acuerdo para su
explotación inteligente y equitativa, seguramente viviríamos en un sitio muy
parecido al Eden. Todos hemos imaginado ese país en nuestros sueños.
Pero la realidad
es otra: en medio de tanta riqueza natural, millones de personas no tienen acceso a la vivienda, ni al empleo digno, la educación o la salud. Todo lo anterior
tiene que ver con la corrupción y mediocridad que permean nuestras
instituciones.
Por lo mismo, es
importante no confundir la paz con las negociaciones con una guerrilla que hace
rato perdió el rumbo. Lo que no será
fácil, ya conocemos los histéricos trinos del cabecilla del
judicializado gobierno anterior, haciéndole eco a los negociantes de la guerra.
Deberíamos preguntarnos: ¿Por qué somos el único país de América Latina que no
ha logrado un acuerdo con los grupos armados?
Recordemos que
en Venezuela la guerrilla se desmovilizó en los años sesenta y muchos ex
combatientes pasaron a la legalidad. Este proceso -sin embargo- no llevó a la
solución de los problemas en el hermano país, que hoy tiene una de las más
altas tasas de homicidios de América
Latina. Esto confirma que el caudillismo-populismo de Chaves tampoco es el
camino.
En
Centroamérica, después de los acuerdos de paz con los grupos armados, surgieron
nuevas y complicadas formas de violencia, como los llamados “Maras”, bandas de
jóvenes sin empleo ni esperanzas que aterrorizan a la sociedad. Las desmovilizaciones
no conducen a la paz, si no se acompañan de un cambio en el anti-modelo de
desarrollo.
La agenda
propuesta por el gobierno Santos se titula: ‘Acuerdo general para la terminación del
conflicto y la construcción de una paz estable y duradera'. Eso está bien, después
del acuerdo hay que construir la paz y para eso se requiere que el gobierno
nombre ministros sintonizados –no solo con las negociaciones- sino sobre todo
con el urgente cambio de políticas neoliberales, que están
agravando la situación. Santos debe pasar de la carreta “social” a los cambios
estructurales.
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