Publicado en Vanguardia Liberal en abril 6 de 2011
Hay que condenar enérgicamente las protestas violentas registradas en diferentes universidades, a raíz de la “reforma” a la ley de Educación Superior propuesta por el gobierno Santos. Es que las temibles papas bombas, las pedreas y el vandalismo son el pretexto que han esgrimido tradicionalmente gobiernos –como el actual- para desviar la atención del debate y atribuir el origen del problema a “estructuras terroristas”; que estarían detrás de los manifestantes.
Si bien es evidente que infiltrados en estas manifestaciones siempre encontramos grupúsculos de desadaptados y desinformados, el caso es que el motivo de la protesta es legítimo; ya que la presunta reforma no va a resolver ningún problema estructural de la educación y sí podría agravar otros.
Colombia tiene problemas educativos descomunales. Empezando por los millones de niños y jóvenes que no tienen acceso a ningún tipo de educación; muchos otros reciben las clases sentados en el suelo por que no tienen pupitres. Educados -además- por profesores mal preparados y pagados. Y los que tienen acceso al bachillerato no están mucho mejor desde el punto de vista educativo; uno de los problemas que enfrentan hoy las universidades es que reciben jóvenes que escasamente saben leer y escribir.
En los países serios – y este no lo es- el sistema educativo se maneja en una forma integral, ya que lo que sembremos en primaria y bachillerato se cosechará en la universidad. La “reforma” propuesta se refiere a la Educación Superior ¿y qué vamos a hacer con las graves deficiencias en escuelas y colegios?
El gobierno dice que no va a privatizar la universidad pública; no se ha percatado que muchas de sus funciones ya se privatizaron. Aparte del crecimiento bárbaro de los costos de las matriculas de pregrado, la mayoría de las especializaciones y maestrías que ofrecen las universidades públicas cuestan lo mismo que las privadas. Son auto sostenibles, es decir, se financian exclusivamente con las matriculas.
El gobierno parece que tampoco sabe que las universidades públicas trabajan con la empresa privada (otra de las propuestas) desde hace 50 años, como bien decía el rector de la U. Nacional. El riesgo es que las universidades públicas pierden su independencia crítica frente a los financiadores. Para completar: la plata que se promete para las universidades no corresponde a las necesidades de un sistema que amplió la cobertura sacrificando la calidad.
1 comentario:
Thanks for great posting
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