martes, noviembre 23, 2010

APOCALIPSIS AMBIENTAL

Publicado en Vanguardia Liberal en noviembre 10 2010

Millones de personas han sido afectadas por la actual ola invernal. Muchos muertos, pérdida de cosechas, cierres de vías, derrumbes de viviendas y demás tragedias son el resultado de décadas de imprevisión… y de estupidez. Si revisamos la prensa y los estudios de los últimos años, es fácil constatar que estos problemas fueron pronosticados hace décadas. Incluso el desastre de Armero fue advertido, pero no se hizo nada para evitarlo. No por mala fe, sino por ignorancia y ausencia de una cultura preventiva.

No se hizo nada para evitar esa catástrofe pero tampoco otras, como la de Girón en el 2005, que estaba sobre diagnosticada. Por ello, es lógico que –como no aplicamos políticas para prevenir o corregir estos problemas- los mismos tienden a agravarse con el paso del tiempo. Esto es fácil de verificar en las noticias de prensa. He perdido la cuenta de los artículos que he escrito sobre estos temas en los últimos 20 años.

Uno cosecha lo que siembra, enseña la Biblia. Si sembramos deforestación, contaminación, injusticia social, corrupción e ignorancia ¿Qué otra cosa podríamos cosechar sino desastres y degradación social? También es importante reconocer que la actual crisis es un tema complejo, que no será resuelto con pañitos de agua tibia. Estos problemas –como se planteó en los años 70- están relacionados con el “antimodelo de desarrollo” incubado en los años 50.

Uno de los resultados del actual cambio climático (derivado de las locuras humanas) es el aumento del nivel del mar. Y una de sus consecuencias es que los ríos se represan hacia atrás y favorecen las inundaciones en tierra firme, fenómeno hoy visible en la costa. Si a este fenómeno le sumamos la desaparición de las estaciones climáticas, por fenómenos como la Niña (influenciados también por el calentamiento global), el resultado sólo puede ser catastrófico. La cosa se agrava cuando las lluvias torrenciales caen sobre cauces llenos de sedimentos, fruto de la deforestación.

Para completar tenemos millones de personas viviendo o cultivando (sin respetar las áreas protectoras) cerca a ríos o en terrenos inestables, todo porque no existe en Colombia un uso inteligente y justo del suelo. Por lo anterior preocupan las anomalías detectadas en el proyecto de creación del nuevo Ministerio de Ambiente, que podrían -no mejorar- sino empeorar la ya crítica situación (ver columna del ex ministro Manuel Rodríguez en El Tiempo).

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