Columna publicada en Vanguardia Liberal el 24 de diciembre de 2008
Llegando a Cartagena, desde el avión, se perciben las áreas inundadas en los alrededores del río Magdalena e incluso del Canal del Dique, canal artificial que conduce parte de las turbias aguas del gran río a la bahía de Cartagena. La prensa local destaca por estos días la tragedia -sin precedentes- que afecta a muchos pueblos y veredas, devastados por la penetración de las contaminadas aguas en los cascos urbanos. Las aguas se han estancado en algunos pueblos y muchos pasarán la Navidad –literalmente- con el agua al cuello.
Estos desastres, en la costa y otras regiones del país y el mundo, están relacionados con los cambios climáticos que experimenta el planeta. Las estaciones han desaparecido en muchos países, como lo advierten informes científicos. En Colombia, por ejemplo, no ha parado de llover este año. Y la anomalía no empezó ahora, los aguaceros que ocasionaron la tragedia de Girón en el año 2005, cayeron en febrero, un mes considerado seco. Cuando esto ocurre, los suelos no alcanzan a secarse y cuando llegan las precipitaciones a tierras saturadas de agua, ocasionan más derrumbes de los habituales.
Sin embargo, el cambio climático no es el responsable de todo. Si la anomalía climática se presenta, por ejemplo, en cuencas ordenadas y protegidas por la vegetación, las posibilidades de tragedias son menores. En Colombia –a pesar de que contamos con una importante legislación desde hace varias décadas- no tomamos en serio el ordenamiento de las actividades y los territorios. De tal manera que cuando llegan las lluvias, estas encuentran suelos desprotegidos que son fáciles presa de la erosión y los derrumbes. El suelo arrastrado termina en los cauces de los ríos que han perdido su profundidad por efectos de la sedimentación. Así que se desbordan con cualquier aguacero.
Para completar la siniestra ecuación, el desastre social en que vivimos empuja a muchas personas a vivir en laderas inestables, suelos inundables o las márgenes de los ríos. Existen otros factores asociados al antimodelo de desarrollo que sigue Colombia, como es la desecación de ciénagas por terratenientes o la construcción de represas - ver sobre el tema, magnifico informe de Alfredo Molano en El Espectador del domingo. Frente a tan desolador panorama, dudo en desearles una feliz navidad a sabiendas que no lo será para millones de compatriotas.
Blog dedicado a publicar mis columnas de Vanguardia Liberal, el periódico Yariguies, el COMPAS, otros.
martes, diciembre 30, 2008
jueves, diciembre 18, 2008
Navidad triste para millones de colombianos
Columna publicada en vanguardia Liberal en diciembre 17 de 2008
Teresa, una mujer de edad indefinida, muestra en su cuerpo las huellas inconfundibles de la pobreza extrema. Vive en un “rancho” con sus seis hijos, en uno de esos asentamientos inhumanos que se expanden –como un cáncer- en las ciudades colombianas. El futuro de su prole es incierto: el hijo mayor –que hoy tendría 18 años- fue acribillado por hombres armados que mangonean en las barriadas. El de 17 años embarazó a una niña, ambos viven con Teresa. Su hija de 15 tuvo un bebe, que también los acompaña.
Teresa se inquieta por los menores, en un entorno social que los condena al rebusque en las calles y los basureros. O a la prostitución, las drogas o las bandas armadas.
Teresa no tiene servicios en su vivienda, estos son colectivos, bien colectivos: existe un sanitario por cada 40 personas. Un lavadero por cada 30. Por eso, muchos hacen sus necesidades y lavan sus ropas –como en el siglo 19- en la quebrada cercana. Para cocinar, algunos utilizan un cilindro de gas que les cuesta 34.000 pesos y dura 20 días.
Estas personas gastan más en gas que una familia de estrato cuatro, que dispone de gas domiciliario. Como la mayoría no puede pagar el cilindro, cocinan con madera o con electricidad, que es más costosa. No para ellos, que se “cuelgan” ilegalmente de las redes eléctricas.
Para los pobres, cuyo número crece en la medida que se profundizan los antimodelos neoliberales –como el de este gobierno- las Navidades son tristes. Este año será peor, por los desastres ocasionados por las lluvias, pero sobre todo por la inexistencia de políticas serias de gestión ambiental en Colombia. Otras catástrofes, como la de las pirámides, se desarrollaron en las barbas de un gobierno que no supo - ¿o no quiso?- parar el fenómeno en sus orígenes, ni tampoco adelantar acciones correctivas inteligentes.
Personas compasivas recolectan por estas fechas regalos para los más pobres; son acciones que debemos apoyar. Sin embargo, el Génesis advierte: “ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Es que las limosnas (incluyendo los subsidios uribistas-reeleccionistas) no ayudan a construir ciudadanía ni dignidad, como sí lo hacen la educación y el trabajo honrado. Pero la educación y el trabajo escasean en sistemas socioeconómicos que no reducen sino que profundizan la desigualdad.
Teresa se inquieta por los menores, en un entorno social que los condena al rebusque en las calles y los basureros. O a la prostitución, las drogas o las bandas armadas.
Teresa no tiene servicios en su vivienda, estos son colectivos, bien colectivos: existe un sanitario por cada 40 personas. Un lavadero por cada 30. Por eso, muchos hacen sus necesidades y lavan sus ropas –como en el siglo 19- en la quebrada cercana. Para cocinar, algunos utilizan un cilindro de gas que les cuesta 34.000 pesos y dura 20 días.
Estas personas gastan más en gas que una familia de estrato cuatro, que dispone de gas domiciliario. Como la mayoría no puede pagar el cilindro, cocinan con madera o con electricidad, que es más costosa. No para ellos, que se “cuelgan” ilegalmente de las redes eléctricas.
Para los pobres, cuyo número crece en la medida que se profundizan los antimodelos neoliberales –como el de este gobierno- las Navidades son tristes. Este año será peor, por los desastres ocasionados por las lluvias, pero sobre todo por la inexistencia de políticas serias de gestión ambiental en Colombia. Otras catástrofes, como la de las pirámides, se desarrollaron en las barbas de un gobierno que no supo - ¿o no quiso?- parar el fenómeno en sus orígenes, ni tampoco adelantar acciones correctivas inteligentes.
Personas compasivas recolectan por estas fechas regalos para los más pobres; son acciones que debemos apoyar. Sin embargo, el Génesis advierte: “ganarás el pan con el sudor de tu frente”. Es que las limosnas (incluyendo los subsidios uribistas-reeleccionistas) no ayudan a construir ciudadanía ni dignidad, como sí lo hacen la educación y el trabajo honrado. Pero la educación y el trabajo escasean en sistemas socioeconómicos que no reducen sino que profundizan la desigualdad.
sábado, diciembre 06, 2008
Uribe y la masacre de El Aro
Columna publicada en Vanguardia Liberal en Noviembre 26 2008
En octubre de 1997, paramilitares llamados Mochacabezas se tomaron el corregimiento de El Aro (Ituango, Antioquia). Durante varios días mutilaron, torturaron, asesinaron y desplazaron a muchos y se robaron sus reses. La Corte Interamericana de Derechos Humanos concluyó que en esta masacre (y otras) hubo omisión e incluso colaboración de miembros de la Fuerza Pública.
Esto fue ratificado la semana pasada por Salvatore Mancuso (condenado por los hechos), en sus declaraciones desde Estados Unidos. Mancuso confirmó –una vez más- la colaboración de las autoridades y salpicó a dos generales y al fallecido Pedro Juan Moreno, en ese momento Secretario de Gobierno del Gobernador de Antioquia ese año: Álvaro Uribe Vélez.
Testimonios de sobrevivientes, confesiones de paramilitares e informes de la Fiscalía confirman que las autoridades colaboraron con una matanza anunciada. El abogado y defensor de derechos humanos Jesús María Valle Jaramillo, alertó a las autoridades en diferentes oportunidades. “Desde 1996 hay un grupo paramilitar en Ituango. Lo saben el Ejército y la Policía”. “Desde el año pasado pedí al Gobernador, Álvaro Uribe, al comandante de la IV Brigada (el fallecido general Alfonso Manosalva, salpicado por Mancuso), que protegieran a la población civil de mi pueblo, porque de septiembre de 1996 a hoy (julio 1997) han muerto más de 150 personas”. Valle fue desmentido y acusado por Uribe y acribillado en 1998 por sicarios.
Más tarde, Francisco Villalba, ex paramilitar condenado por la masacre, ratificó la complicidad de la fuerza pública, pero además sindicó directamente al presidente Álvaro Uribe. Después los medios informaron que Villalba se había retractado en carta dirigida al mismo Presidente. Sin embargo, Noticias Uno descubrió que la misiva no fue escrita por Villalba sino por otro convicto cercano a amigos de la Casa de Nari. Villalba ratificó sus denuncias contra el Presidente y su hermano Santiago en octubre 2008. El mandatario rechazó las acusaciones de Villalba, lo mismo que Mancuso, vecino de finca del presidente en Córdoba.
La matanza de El Aro fue anunciada, fueron implicados mandos cercanos al Presidente, participaron helicópteros oficiales y demoró varios días en los que se le informó a la Gobernación de lo que estaba pasando. Nadie hizo nada. Como en los falsos positivos, las pirámides, la parapolítica, el DAS, Tranquilandia y otros casos- Uribe no vio ni oyó nada. ¿Nos “gobierna” un Presidente autista?
En octubre de 1997, paramilitares llamados Mochacabezas se tomaron el corregimiento de El Aro (Ituango, Antioquia). Durante varios días mutilaron, torturaron, asesinaron y desplazaron a muchos y se robaron sus reses. La Corte Interamericana de Derechos Humanos concluyó que en esta masacre (y otras) hubo omisión e incluso colaboración de miembros de la Fuerza Pública.
Esto fue ratificado la semana pasada por Salvatore Mancuso (condenado por los hechos), en sus declaraciones desde Estados Unidos. Mancuso confirmó –una vez más- la colaboración de las autoridades y salpicó a dos generales y al fallecido Pedro Juan Moreno, en ese momento Secretario de Gobierno del Gobernador de Antioquia ese año: Álvaro Uribe Vélez.
Testimonios de sobrevivientes, confesiones de paramilitares e informes de la Fiscalía confirman que las autoridades colaboraron con una matanza anunciada. El abogado y defensor de derechos humanos Jesús María Valle Jaramillo, alertó a las autoridades en diferentes oportunidades. “Desde 1996 hay un grupo paramilitar en Ituango. Lo saben el Ejército y la Policía”. “Desde el año pasado pedí al Gobernador, Álvaro Uribe, al comandante de la IV Brigada (el fallecido general Alfonso Manosalva, salpicado por Mancuso), que protegieran a la población civil de mi pueblo, porque de septiembre de 1996 a hoy (julio 1997) han muerto más de 150 personas”. Valle fue desmentido y acusado por Uribe y acribillado en 1998 por sicarios.
Más tarde, Francisco Villalba, ex paramilitar condenado por la masacre, ratificó la complicidad de la fuerza pública, pero además sindicó directamente al presidente Álvaro Uribe. Después los medios informaron que Villalba se había retractado en carta dirigida al mismo Presidente. Sin embargo, Noticias Uno descubrió que la misiva no fue escrita por Villalba sino por otro convicto cercano a amigos de la Casa de Nari. Villalba ratificó sus denuncias contra el Presidente y su hermano Santiago en octubre 2008. El mandatario rechazó las acusaciones de Villalba, lo mismo que Mancuso, vecino de finca del presidente en Córdoba.
La matanza de El Aro fue anunciada, fueron implicados mandos cercanos al Presidente, participaron helicópteros oficiales y demoró varios días en los que se le informó a la Gobernación de lo que estaba pasando. Nadie hizo nada. Como en los falsos positivos, las pirámides, la parapolítica, el DAS, Tranquilandia y otros casos- Uribe no vio ni oyó nada. ¿Nos “gobierna” un Presidente autista?
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