Publicado en Vanguardia Liberal en julio 9 2008
09/07/2008
Solo sentimientos de alegría y alivio podemos sentir frente a la liberación de Ingrid Betancourt, los miembros de la fuerza pública y los estadounidenses. Sólo queda esperar que las FARC, el ELN, los paramilitares, la delincuencia común y los “sin establecer” (más de 1000 secuestrados) liberen a las casi 3000 personas que permanecen cautivas en Colombia.
Por estas cifras, nuestro país es conocido como la Capital Mundial del Secuestro. Claro que también como el país más violento de América, el Campeón Mundial en producción de cocaína, el Subcampeón mundial de desplazamiento interno y otras distinciones de igual calibre; en desigualdad, riesgos para sindicalistas y trabajo infantil. Lo más grave es que ninguno de estos problemas tiende a solucionarse, por la sencilla razón de que no existen políticas oficiales orientadas a corregirlos. Sin embargo, éste es uno de los países más felices (¿o más alienado?) del mundo.
Esperemos así mismo que la guerrilla entienda que la lucha armada no tiene sentido en la América Latina de hoy y que sus acciones terroristas y delincuenciales sólo contribuyen a agravar la crisis social, económica y ambiental en la que se encuentra sumida Colombia. El torpe accionar guerrillero ha contribuido a la reelección de Uribe y a la derechización de la sociedad colombiana.
Además, sectores cavernarios de los Estados Unidos –aliados de sus pares locales- encuentran en las FARC el pretexto perfecto para justificar sus indebidas intervenciones militares y económicas, que le permiten -entre otras cosas- meterle la mano a los importantes recursos naturales de estos países. De ahí que -contrario a la creencia general- a esos sectores no les interesa liquidar realmente el terrorismo. Un ejemplo esclarecedor es el caso del famoso traficante de armas Víctor Bout, quien -entre otras curiosidades- negociaba con el ejército de Estados Unidos y las FARC.
De parte del gobierno colombiano también habría que esperar rectificaciones. Ingrid lo expresó muy bien el lunes pasado. “Hemos llegado al momento de cambiar ese vocabulario radical, extremista, de odio, de palabras muy fuertes que hieren íntimamente al ser humano”. “Uribe parte de la base de que la crisis social colombiana es fruto de la violencia. Yo pienso que la violencia es fruto de la crisis social colombiana”. “También creo que es importante la inversión social, pero para Uribe es más importante la inversión en seguridad”.
09/07/2008
Solo sentimientos de alegría y alivio podemos sentir frente a la liberación de Ingrid Betancourt, los miembros de la fuerza pública y los estadounidenses. Sólo queda esperar que las FARC, el ELN, los paramilitares, la delincuencia común y los “sin establecer” (más de 1000 secuestrados) liberen a las casi 3000 personas que permanecen cautivas en Colombia.
Por estas cifras, nuestro país es conocido como la Capital Mundial del Secuestro. Claro que también como el país más violento de América, el Campeón Mundial en producción de cocaína, el Subcampeón mundial de desplazamiento interno y otras distinciones de igual calibre; en desigualdad, riesgos para sindicalistas y trabajo infantil. Lo más grave es que ninguno de estos problemas tiende a solucionarse, por la sencilla razón de que no existen políticas oficiales orientadas a corregirlos. Sin embargo, éste es uno de los países más felices (¿o más alienado?) del mundo.
Esperemos así mismo que la guerrilla entienda que la lucha armada no tiene sentido en la América Latina de hoy y que sus acciones terroristas y delincuenciales sólo contribuyen a agravar la crisis social, económica y ambiental en la que se encuentra sumida Colombia. El torpe accionar guerrillero ha contribuido a la reelección de Uribe y a la derechización de la sociedad colombiana.
Además, sectores cavernarios de los Estados Unidos –aliados de sus pares locales- encuentran en las FARC el pretexto perfecto para justificar sus indebidas intervenciones militares y económicas, que le permiten -entre otras cosas- meterle la mano a los importantes recursos naturales de estos países. De ahí que -contrario a la creencia general- a esos sectores no les interesa liquidar realmente el terrorismo. Un ejemplo esclarecedor es el caso del famoso traficante de armas Víctor Bout, quien -entre otras curiosidades- negociaba con el ejército de Estados Unidos y las FARC.
De parte del gobierno colombiano también habría que esperar rectificaciones. Ingrid lo expresó muy bien el lunes pasado. “Hemos llegado al momento de cambiar ese vocabulario radical, extremista, de odio, de palabras muy fuertes que hieren íntimamente al ser humano”. “Uribe parte de la base de que la crisis social colombiana es fruto de la violencia. Yo pienso que la violencia es fruto de la crisis social colombiana”. “También creo que es importante la inversión social, pero para Uribe es más importante la inversión en seguridad”.
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