Publicado en la revista catorce6 (14.6 oC, la temperatura promedio de la tierra) en la edicion de noviembre 2007, pagina 65
Colombia y otros países de América Latina enfrentan graves problemas, relacionados con la disponibilidad y calidad del agua. Son problemas que no se están solucionando, sino que tienden a agravarse con el paso del tiempo y de los gobiernos. El último informe de la Defensoría del Pueblo (publicado hace un par de semanas) sobre el agua potable en Colombia concluye: “sólo tienen agua potable 113 municipios de los 951 reportados, es decir, el 12 % de la muestra” (1). Lo más curioso es que muchos de estos municipios cuentan con una planta para hacer potable el líquido pero –en la mayoría de los casos- esta no funciona apropiadamente por deficiencias en la construcción, operación o mantenimiento.
Este ejemplo ilustra con claridad la naturaleza del problema. Estamos invirtiendo muchos recursos económicos en proyectos que no funcionan. Y es que resulta paradójico que millones no dispongan de agua potable, en un país que cuenta con una importante oferta hídrica y numerosas instituciones, leyes y decretos orientados a lograr una adecuada gestión del recurso. ¿Qué está sucediendo? ¿Por qué no hay resultados positivos? Es importante reflexionar sobre lo anterior pues la ciudadanía tiene la impresión de que los recursos invertidos en la gestión del agua se están –literalmente- botando a las alcantarillas.
Esta nota pretende ser una aproximación al tema y es un resumen de una ponencia presentada por el autor en el Quinto Congreso Mundial de Juventudes Científicas celebrado en Santo Domingo, en septiembre del presente año. Se mencionan algunas recomendaciones orientadas a conjurar la ya existente crisis del agua, en el marco de un enfoque sistémico e interdisciplinario. Se cita –como estudio de caso- la situación en el departamento de Santander.
En 1993, planteamos en el libro La crisis del agua en Santander la grave crisis que ya afectaba al departamento y se pronosticó que esta se agravaría “de no tomarse medidas inmediatas y eficaces” (2). Han pasado 14 años desde esta publicación e infortunadamente la situación no tiende a mejorar sino a deteriorarse, como se deduce de estudios e informes de los últimos años. Basta con visitar el río Magdalena en Barrancabermeja en periodos secos –cuando este prácticamente desaparece- para constatar la magnitud de la crisis. Lo anterior, a pesar de que en ese periodo se expidió la ley 99 de 1993 que creó el Ministerio de Medio Ambiente y el SINA, se elaboraron nuevos desarrollos constitucionales y legales y se han construido plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR), que tampoco funcionan.
Incluso en el Área Metropolitana de Bucaramanga existen planes de saneamiento y una PTAR desde hace varias décadas, pero los ríos y quebradas continúan registrando niveles muy elevados de contaminación fecal (3). Igual es la situación en Barrancabermeja y otros municipios del departamento (4). De ahí que no sorprenden la alta incidencia de enfermedades diarreicas agudas en algunos municipios de Santander (5). Como ya se dijo, se han hecho grandes esfuerzos, pero se han logrado pírricos resultados.
El tema de las plantas que no funcionan permite realizar una aproximación a la situación. El origen de su mal funcionamiento puede estar en diseños mal realizados, debido a que se contratan personan sin competencias para elaborar los mismos. Y una vez construidas, estas son operadas por personas no capacitadas o que no cuentan con los equipos y materiales requeridos para lograr una aceptable operación y mantenimiento. Es frecuente que los operadores apliquen las sustancias químicas “al ojo” pues no se hacen ensayos ni hay automatización del proceso. Son problemas relacionados con la corrupción o la deficiente preparación de los alcaldes y otros funcionarios. Lo anterior es ratificado por un informe de la ONU del año 2006 (5), que concluye: la mala gestión y la corrupción son factores principales en el agravamiento de la crisis del agua.
Por supuesto que la crisis del agua no solo se deriva de las deficiencias de las plantas de tratamiento ya que existen otros problemas de igual complejidad. Es el caso de la tala de árboles (relacionada con problemas sociales) y el uso desordenado del suelo. Una situación que se registra con frecuencia en el departamento es que no se le ha dado cumplimento al ordenamiento de las cuencas que, según la legislación anterior y la actual, debe tener una jerarquía superior al ordenamiento territorial y de corrientes. Casi siempre se hace lo contrario, se ordena el territorio municipal sin haber ordenado la cuenca. Y en los sitios donde se han realizado ordenamientos, estos no se respetan. Así que el caos es total.
Como se deduce de los anteriores ejemplos, este es un problema complejo que exige una aproximación sistémica y consistente con esa complejidad. Pero las propuestas presentadas se aplican generalmente sin considerar el contexto, son –además- aisladas, puntuales y adolecen de continuidad e interdisciplinaridad. Muchos proyectos ni siquiera contemplan las fuentes de financiación de los mismos. La ley 99 de 1993 crea el Sistema Nacional Ambiental, sin embargo, es un hecho que en el país las entidades públicas y privadas no actúan en forma coordinada y su accionar se asemeja a lo observado en la figura siguiente. De ahí que la aplicación de una política orientada a buscarle una solución real a los problemas, implica la activación de un sistema ambiental en las regiones. Integrado por los diferentes actores, como son las autoridades ambientales y sanitarias, las alcaldías y la gobernaciones, las universidades, las ONGs, veedurías y demás integrantes del SINA.
Cuando se presentan estos planteamientos en diferentes foros la invariable respuesta de los funcionarios es que se trata de un camino muy complicado y difícil, sin embargo, es lo que establece la legislación y es lo que han hecho en otros países, que han entendido que el camino fácil con frecuencia conduce al desastre.
1. Informe de la Defensoría del Pueblo, El Tiempo, octubre 6 de 2007
2. Puente Jairo et al (17 investigadores), La crisis del agua en Santander, Inderena, Bucaramanga, 1993, pagina 8
3. Contreras Alix, Evolución y estado del recurso hídrico superficialen el Área Metropolitana de Bucaramanga, Especialización en Química Ambiental, UIS, 2006
4. Torres Diana P, Diagnostico de la calidad del agua de la quebrada Sancotea, Socorro, Especialización en Química Ambiental, UIS, 2007
5. http://www.observatorio.saludsantander.gov.co/contenido.php?codigo=700208#arriba)
6. IV Foro Mundial del Agua, México, marzo 2006
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