martes, enero 23, 2007

Glifosato aplicado en Colombia: ¿puede llegar a Ecuador?

Columna publicada en Vanguardia liberal en enero 17 de 2007

Los debates en Colombia sobre el glifosato (y otros temas) pueden ser interminables debido –entre otras cosas- a que el gobierno y sus fieles, no consultan la literatura científica actualizada y acreditada, ni la experiencia que existe en el país y el mundo sobre el particular. En el caso del glifosato, la política oficial parece ser de renuncia al análisis sereno y de acatamiento total a los Estados Unidos y las transnacionales asociadas. De ahí que el gobierno se permite descalificar opiniones autorizadas, como es el caso de un informe de la Universidad Nacional, que cuestiono las fumigaciones en la frontera con Ecuador y el informe de la OEA que esgrime el gobierno.

Uribe ha afirmado que "ni un gramo de glifosato ha caído sobre Ecuador", pues “las aspersiones por vía aérea se realizan a baja altura y con una mezcla especial que permite la caída vertical del producto”. Los aditivos efectivamente limitan la deriva del producto, pero no la eliminan, no estamos hablando de balas de plomo, sino de gotas de herbicida. El asunto no es tan sencillo como lo plantea Uribe y sus voceros en la prensa uribista quienes, citando bibliografía obsoleta y dudosa, se permiten pontificar sobre la toxicidad del glifosato y la inocuidad de la aspersión aérea.

El doctor Maurice Millet de la Universidad Louis Pasteur de Francia, participo en el VII Seminario Internacional de Medio Ambiente de la UIS, donde dicto conferencias sobre la deriva de los pesticidas en la atmósfera. Millet señalo que se ha detectado la presencia de pesticidas a miles de kilómetros del sitio donde fueron aplicados (en el caso de Ecuador estamos hablando de sólo 10 kilómetros). Una parte es arrastrada por el viento cuando se fumiga, otra porción cae al suelo o el follaje pero no todo permanece allí, pues puede regresar al aire por volatilización o erosión eolica.

Millet resalto la importancia de la altura al fumigar, cuando le pregunte por que no se refería a las fumigaciones con avioneta, me respondió que en Europa no se utilizaban por ese motivo, la altura. Se usan helicópteros o aplicaciones en suelo, pero incluso éstas registran perdidas de entre 30 y 50%.

jueves, enero 11, 2007

La Mano Negra y los lectores

Columna publicada en Vanguardia Liberal en enero 10 de 2007

El domingo pasado, Vanguardia Liberal publico un informe sobre la llamada La Mano Negra que resalta la opinión de los lectores en la página web sobre el tema. Llama la atención que muchos de ellos se muestran de acuerdo con las repudiables actuaciones de estas tenebrosas bandas de “limpieza social”. Algunos lectores, incluso, hacen un llamado a apoyarlos y hasta anuncian la preparación de un grupo Mano Negra en la ciudad.

Claro que –como es de dominio público- grupos de este tipo ya operan en algunos barrios de Bucaramanga y de otras ciudades del país. Vale la pena recordar que estas organizaciones de “justicia privada” funcionan desde hace muchas décadas, sin embargo, es un hecho que sus desmanes no han solucionado en lo mas mínimo el problema de la delincuencia, todo lo contrario. Combatir el crimen con mas crimen es como combatir la oscuridad con más oscuridad, lo que disipa las tinieblas es la luz, en este caso la de la verdadera justicia.

Los que han incursionado por este ilegal camino lo han comprobado. El presidente de los ganaderos Jose Felix Lafaurie ha señalado: “Los paras fueron un remedio, pero se convirtieron en un monstruo. Quienes los crearon, entre ellos los ganaderos, terminaron siendo victimas de su propio invento”. El crecimiento de la delincuencia y la violencia es un tema complejo, que involucra muchos factores (económicos, sociales, hogareños, educativos, ambientales), de tal manera que no se solucionara con propuestas simplistas, como el apoyo a los siniestros grupos. A veces se tiende a confundir la realidad con los mensajes vengativos que difunden las series de televisión y películas gringas.

Así que seguimos atacando los síntomas y no la causa de los problemas. Y mientras no ataquemos las causas –relacionados con un antimodelo de “desarrollo” que promueve la desigualdad, la injusticia y la ignorancia- es de esperar que estos problemas sigan aumentando. Pues frente a la inseguridad desbordada la gente tiende a buscar salidas desesperadas, lo que lleva a complicar los problemas, no a solucionarlos.

En todo caso, me parece muy importante que Vanguardia haya habilitado su página web para permitirles a los lectores hacer comentarios sobre las noticias y las columnas de opinión. En mi caso, les agradezco a los lectores que han enviado sus comentarios sobre algunas de las notas que he escrito, así la mayoría no este de acuerdo con lo que se plantea. Por ejemplo, un lector me tildo de “mamerto sinvergüenza” a propósito de una columna sobre Pinochet y otro de “lamentable narco” por un articulo que cuestionaba las fumigaciones.

sábado, enero 06, 2007

Cambios climáticos: ¿Apocalipsis ahora?

Nota publicada en Catedra Libre de la UIS en diciembre de 2006

En los últimos meses se ha registrado una auténtica avalancha de informes científicos relacionados con el “cambio climático” que experimenta el planeta. Aunque el tema no es nuevo en medios académicos (1), sólo en los últimos años ha despertado el interés de la prensa, la industria cinematográfica y la ciudadanía.

Parece evidente que el incremento de eventos catastróficos asociados a inundaciones, sequías prolongadas, tornados y huracanes ha producido un impacto sobre la opinión pública mundial, sobre todo después de desastres apocalípticos, como el ocasionado por el huracán Katrina. Los científicos habían advertido, hace casi 20 años, sobre el aumento en la frecuencia e intensidad de este tipo de fenómenos (2). Los informes más recientes confirman las inquietantes predicciones. Este año, el destacado científico de la NASA James Hansen, afirmó que “el mundo tiene un plazo de 10 años para tomar medidas decisivas sobre el calentamiento global y evitar una catástrofe climática”. Más grave aún: Hansen sostiene que su propio gobierno pretendió silenciar sus declaraciones (3).

Lo anterior no sorprende ya que Estados Unidos (principal generador de emisiones) se ha opuesto desde siempre a la aplicación del Convenio de Kyoto, que pretende controlar los llamados gases de invernadero (bióxido de carbono, metano, otros). Se espera que la derrota republicana, en las elecciones de noviembre de 2006, implique una urgente rectificación, en este y otros campos, aunque esto no es seguro. Sin embargo, hay que reconocer que entre los dirigentes demócratas de los Estados Unidos, se observa una mayor sensibilidad frente al tema.

Es el caso del ex vicepresidente Al Gore, que ocasionó revuelo mundial este año con su documental “Una verdad inconveniente”. En éste, ratifica que sólo nos quedan unos pocos años para evitar una catástrofe planetaria “sin precedentes”. El mismo Al Gore (así como la organización Greenpeace) invitó a sus compatriotas -en el año 2004- a ver la película de ciencia ficción “El día después de mañana”.

En la película, el calentamiento global produce descomunales tornados que devastan las urbes y un maremoto inunda Nueva York, que más tarde atraviesa por una nueva era glacial. Los habitantes del norte se ven obligados a emigrar hacia el relativamente cálido sur, como posiblemente ocurrió en pasados periodos glaciales. El gobierno británico anunció que Al Gore será asesor ambiental de los programas de ese país, que produjo (en octubre 2006) otro espeluznante informe. Este fue elaborado por el economista Nicholas Stern, antiguo vicepresidente del Banco Mundial. El informe predice que, si no se toman medidas inmediatas, podrían ocurrir los siguientes sucesos: a) el incremento del nivel del mar desplazará 100 millones de personas b) el derretimiento de los glaciares ocasionará escasez de agua para mil millones c) cerca del 40% de las especies podría extinguirse y d) las sequías podrían generar “millones de refugiados climáticos” (4).

Stern concluye: “No podemos esperar los cinco años que tomó negociar el protocolo de Kyoto; simplemente no tenemos ese tiempo. Aceptamos que tenemos que ir más allá (de Kyoto)” (4). Las últimas advertencias se escucharon en la Convención sobre el Cambio Climático que se celebró en Nairobi, en noviembre de 2006.

El Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC), en su informe ‘Los futuros océanos’, es contundente: “La tendencia actual, comprobada por satélite, muestra que el nivel del mar sube tres centímetros por década, lo que se acerca al peor escenario de todos los calculados por el IPCC”, aseguró Stefan Rahmstorf, profesor de física de los océanos. Según Rahmstorf, “el aumento del nivel del mar, derivado entre otros factores del deshielo de los glaciares, es uno de los impactos más graves y partes de Manhattan, Holanda, Bangladesh y miles de pequeñas islas podrían quedar bajo las aguas”. “La actividad humana está desencadenando cambios en los océanos sin precedentes en varios millones de años”, remató el científico (5).

Los medios le han hecho eco a los informes científicos. Por ejemplo, el editorial de El Tiempo de noviembre 5 de este año, titulado “El fin del mundo”, presenta una recopilación de algunos estudios y concluye: “El fin del mundo ya no es una mítica promesa del Apocalipsis, sino una realidad del siglo”. Aunque sería muy arriesgado considerar los editoriales de El Tiempo como una referencia, si reflejan la creciente inquietud que existe en la ciudadanía en torno al cambio climático que afecta el planeta.

Lo curioso es que -la anterior no es una preocupación nueva. En su libro sobre los Kogi (la fascinante cultura indígena de la Sierra Nevada), Reichel Dolmatoff escribe lo siguiente: “Según dicen los Mamas el fin del mundo está cerca. Según ellos, el mundo se hundirá; lentamente se sumergirá. Sus últimos habitantes se reunirán en lo mas alto de los nevados, hasta que ellos también se hundan en la nada”. Como ya se vio, esta es precisamente una de las preocupaciones relacionadas con el cambio climático, la posibilidad de que el nivel del mar siga aumentando –como de hecho lo está haciendo (fenómeno visible en Cartagena)- hasta que ocasione inundaciones catastróficas.

Los científicos saben que estas pavorosas invasiones marinas ocurrieron en el pasado, se han encontrado evidencias de grandes inundaciones que podrían estar relacionadas con el diluvio que evocan diferentes culturas. En el caso de Colombia, algunos estudios reportan niveles marinos -en el pasado- mucho más elevados que los registrados en la actualidad. Estos avances del mar inundaban zonas que hoy son tierra firme, como es el caso de Cartagena y sus alrededores (6).

En realidad el clima siempre está cambiando, de ahí las dificultades en su predicción. El clima experimenta pequeños cambios en periodos cortos, pero sufre cambios espectaculares en términos de miles o millones de años. Recordemos que la Tierra ha sufrido brutales enfriamientos en el pasado: periodos glaciales. En la actualidad, y desde hace varios siglos, vivimos en un ambiente de temperaturas moderadas, que permitieron el desarrollo agrícola en los últimos miles de años. Pero esto no será siempre así, tarde o temprano el clima cambiará. Y no sólo por acciones humanas ya que existe también la influencia del sol y los cambios geológicos, que producirán eventos inimaginables en los próximos millones de años, como es la evaporación de los océanos.

Sin embargo, estos hechos ocurrirán en el futuro lejano, así que lo que debe interesarnos es la amenaza inmediata. Que es real, según la mayoría de los científicos y está relacionada con actividades humanas. Aparte de los eventos ya reseñados, los estudiosos se preocupan por la desaparición de los nevados (fenómeno visible en Colombia), la destrucción de los corales (también reportada en nuestro país), los efectos sobre los bosques y cultivos, la acidificación de los océanos y el aumento de las poblaciones de mosquitos trasmisores de enfermedades, entre otras calamidades.

Estos estudios son conocidos por los gobiernos, desde hace varias décadas. Lo que preocupa es la inexistencia de una decisión política que permita tomar acciones en el inmediato futuro. Tanto en Estados Unidos, gran productor de gases de invernadero, como en países dependientes, como Colombia, que le sigue dócilmente los pasos a su “aliado”, en esta y otras desviaciones. Esto explica el pesimismo de algunos analistas. Protocolo de Kyoto: al borde del abismo, titula la revista francesa Science & Vie en agosto de este año.

1. Svante Arrhenius escribió en 1896 “On the influence of carbonic acid in the air upon the temperature of the ground”.
2. Gribbin John and Mary, Hothouse Earth, Bantan Press, London, 1990. 3. http://www.astroseti.org/ vernew.php?codigo=1886
4. http://news.bbc.co.uk/ hi/spanish/business/newsid_ 6098000/6098304.stm
5. http://www.elporvenir.com. mx/notas.asp?nota_id=954556. www.ideam.gov.co/biblio/ paginaabierta/Variaciones%20del %20nivel%20del%20mar.pdf
Jairo Puente Bruges jpuente@uis.edu.co
Coordinador de la Especialización en Química Ambiental

viernes, enero 05, 2007

Legalizar la droga

Columna publicada en Vanguardia Liberal en enero 3 de 2007

El senador liberal Juan Manuel Galán cuestionó la semana pasada la política antidroga del gobierno, recalcó que es necesario explorar nuevas estrategias. Propone como un primer paso abrir el debate en Colombia “sobre la legalización de las drogas”. La propuesta coincide con planteamientos que han realizado en el pasado intelectuales como Carlos Fuentes (“cuando se legalizo el alcohol en Estados Unidos no desaparecieron los borrachos, pero si se extinguieron los Al Capones”, ha dicho el escritor), diferentes académicos, periodistas y miembros del Polo Democrático Alternativo.

La respuesta tradicional del uribismo a estas propuestas es la de tachar de aliados de los narcoterroristas a los que se atreven a disentir del fumigar y fumigar. Sin embargo, en el caso del senador Galán sería muy difícil acusarlo de complicidad con los narcos, considerando que su ilustre padre fue una de las victimas de los traficantes. Aunque después del rebuscado cuento que le armaron al senador Pardo (con las Farc), cualquier cosa se puede esperar de este gobierno.

En todo caso, el fracaso del Plan Colombia no es un invento de la oposición. Recordemos el duro informe del New York Times de agosto del año pasado: después de seis años y 4700 millones de dólares, no ha cambiado ni “el precio, ni la calidad ni la disponibilidad de la cocaína en las calles de Estados Unidos”, “tanta coca es cultivada hoy en Colombia como crecía al comienzo de la fumigación a larga escala en el 2000”, señalaron los periodistas gringos. Ahora, parece difícil que este gobierno gane la presunta guerra contra la droga mientras altos funcionarios colombianos no se pongan de acuerdo siquiera sobre la apariencia de una mata de coca, como acaba de ocurrir en el absurdo rifirrafe con Ecuador.

Así que bienvenida la propuesta de debatir sobre el tema, ojala en forma serena, documentada, sin falsos moralismos. Por ejemplo, seria importante evaluar el papel de los indicadores que usa este gobierno. En cualquier sistema de gestión, los resultados se miden con indicadores numéricos. Si estos sugieren que los objetivos no se están cumpliendo (como es el caso que nos ocupa), el sentido común recomienda que hay que buscar caminos alternativos que lleven a la solución del problema. Por ello es esencial escoger bien los indicadores, este gobierno se aferra -entre otros- al numero de hectáreas fumigadas, pero este es un indicador engañoso pues no refleja la realidad, como lo sugiere el informe del Times y otros. Seria un buen indicador si el objetivo no fuese solucionar el problema, sino engañar a la gente.