Colombia es uno de los países más injustos del planeta. Y la aberrante situación no tiende a corregirse sino a agravarse, con el paso del tiempo y de los gobiernos, incluido el actual. No son inventos de la oposición, es la única conclusión que podemos sacar después de analizar los indicadores sobre educación, desigualdad de ingresos y pobreza. Estamos muy mal incluso a nivel de América Latina, donde los otros países no es que estén muy bien. ¿Germinará la paz algún día en medio de esta extrema desigualdad y creciente pobreza?
Lo cierto es que el terrorismo no cede y tampoco las violencias desatadas por bandas organizadas y desorganizadas de delincuentes rurales y urbanos, muchos de ellos niños y jóvenes que atracan e incluso matan ciudadanos. El detalle es que a estos problemas, relacionados con la degradación social, poca atención se les presta. Frente al desolador panorama cualquiera pensaría que una de las prioridades de los gobiernos sería reducir la iniquidad y la miseria. Ahora, no se trata de arruinar a los que tienen, sino de mejorar la situación de los que nada poseen. ¿No será que la violencia cedería algo si la mayoría tuviera acceso a la comida sana, el empleo digno, la vivienda espaciosa y la educación? En la pirinola esta jugada equivale a: todos ganan.
Pero no, lo que vemos en gobiernos como el reelegido es que las políticas no reducen las desigualdades, sino que las profundizan. Consultores internacionales del gobierno (USAID), por ejemplo, concluyen que la regulación de la energía en Colombia “favorece a los ricos a costa de los pobres”. La reforma laboral uribista no generó empleos, pero eliminó parte de las horas extras que devengaban enfermeras, obreros, celadores. El escandaloso aumento de la gasolina, por lo demás, continúa golpeando a la clase media y a los más llevados mientras que las multinacionales siguen haciendo de las suyas.
Según un columnista de El Espectador, las alzas en los combustibles sólo afectan a los ricos que andan en “burbujas”. ¿Qué opinarán de estas despistadas opiniones los pequeños trasportadores rurales y urbanos de alimentos y pasajeros? ¿O los mensajeros motorizados? ¿O los profesionales que sobreviven transportando escolares o manejando taxis?
El IVA propuesto para la canasta familiar es un caso aparte. Para los promotores de la Primera Jornada Nacional de Protesta contra el IVA familiar: “Nos produce indignación, por INMORAL, la propuesta de reforma tributaria que fue introducida al Congreso el pasado 20 de julio. Ella pretende reducir los impuestos a los que más tienen y trasladarlos a los que menos tienen, colocándole, entre otras cosas, IVA a los productos de la canasta familiar”. Sí, a la yuca y el plátano. Se propone, entonces, que el próximo 9 de agosto nadie compre nada. “Ese día no acudamos a ningún centro comercial, no compremos gasolina, no usemos celulares, no usemos teléfono fijo, reduzcamos el consumo de servicios públicos privados”.
1 comentario:
Buena propuesta! sin consumo vamos a ver que hacen, estan quebrando al pueblo como si mataran una gallina de los huevos de oro, y no se dan cuenta o nos les importa, pero si es posible hacer presion con una jornada de no consumo... van a temblar muchos traseros... (talvez no por mucho tiempo)... pero en todo caso no hay que quedarse sin reaccionar ! si no como viviran las futuras generaciones de nuestro pais? heredaran la precariedad de sus padres? Actuemos ahora.
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