Publicado en Vanguardia Liberal en mayo 17 de 2006
Muchos colombianos todavía piensan que la causa de los desastres es “la ira divina”. Me parece que Dios no castiga a nadie, más bien las sociedades cosechan lo que siembran. En Colombia hemos sembrado (y continuamos) injusticia social, ignorancia y corrupción ¿Qué esperamos cosechar aparte de más pobreza y violencia? Así ocurre con la gestión ambiental, relacionada con las catástrofes que vienen azotando al país y el mundo. Si no tomamos en serio, por ejemplo, el principio mundial de precaución: ¿Cómo esperar que las cosas mejoren?
Es que muchas –tal vez todas- estas tragedias podrían haber sido evitadas -o minimizados sus efectos- si se aplicara lo que recomiendan la legislación, la ciencia y la ética. Es el caso de Girón o Nueva Orleáns en el 2005 o de la laguna de Fuquene y muchos otros, este año. ¿Acaso fue Dios el que propuso o permitió la construcción de barrios e industrias en el cauce del Río de Oro? ¿Fue él el que decidió no reparar las murallas que protegían la ciudad estadounidense, por que era más importante continuar con la masacre en Irak? ¿El que impulsó la desecación y eutrofización de la Laguna de Fuquene?
Sobre las tragedias asociadas al invierno que azota al país, señala el IDEAM: “esta temporada tiende a ser más intensa por, además del ciclo normal del invierno, la posible formación del fenómeno La Niña y el efecto invernadero”. La Niña es el evento frío del Pacífico, contrario al evento cálido: El Niño. El efecto invernadero es un fenómeno benéfico, porque regula la temperatura de la tierra. Sin embargo, los estudios advierten sobre cambios en el invernadero terrestre, producidos por la emisión de gases por parte de las sociedades humanas. Las catástrofes ocurridas son poca cosa, comparadas con lo que podría ocurrir si las tendencias no cambian. Por ello se firmó el protocolo de Kyoto, que ha sufrido la oposición de las trasnacionales asociadas al gobierno del presidente Bush.
A pesar de que las limitaciones intelectuales y éticas de Bush resultaban evidentes desde el principio, los estadounidenses lo reeligieron. Claro que ahora están muy arrepentidos de votar por uno de los peores gobernantes de los Estados Unidos. Hoy le están retirando su apoyo hasta miembros de su propio partido. El caso es que Dios no eligió ni reeligió al desacreditado mandatario, fueron los gringos. ¿La voz del pueblo es la voz de Dios? Sólo si el pueblo tiene acceso a información apropiada y suficiente, lo que no ocurre ni en Colombia ni en Estados Unidos.
En el país, nos acercamos a otra elección crucial. No se trata de elegir a una u otra persona sino una u otra forma de enfrentar y solucionar los problemas. Si tenemos muchos problemas de contaminación y desastres ¿Es lógico que se pretenda acabar –como se lo ha propuesto este gobierno- con lo poco que había en términos de legislación e instituciones ambientales? Minambiente se quedo sin ambiente y en la legislación de aguas y bosques vamos para atrás, como el cangrejo.
Muchos colombianos todavía piensan que la causa de los desastres es “la ira divina”. Me parece que Dios no castiga a nadie, más bien las sociedades cosechan lo que siembran. En Colombia hemos sembrado (y continuamos) injusticia social, ignorancia y corrupción ¿Qué esperamos cosechar aparte de más pobreza y violencia? Así ocurre con la gestión ambiental, relacionada con las catástrofes que vienen azotando al país y el mundo. Si no tomamos en serio, por ejemplo, el principio mundial de precaución: ¿Cómo esperar que las cosas mejoren?
Es que muchas –tal vez todas- estas tragedias podrían haber sido evitadas -o minimizados sus efectos- si se aplicara lo que recomiendan la legislación, la ciencia y la ética. Es el caso de Girón o Nueva Orleáns en el 2005 o de la laguna de Fuquene y muchos otros, este año. ¿Acaso fue Dios el que propuso o permitió la construcción de barrios e industrias en el cauce del Río de Oro? ¿Fue él el que decidió no reparar las murallas que protegían la ciudad estadounidense, por que era más importante continuar con la masacre en Irak? ¿El que impulsó la desecación y eutrofización de la Laguna de Fuquene?
Sobre las tragedias asociadas al invierno que azota al país, señala el IDEAM: “esta temporada tiende a ser más intensa por, además del ciclo normal del invierno, la posible formación del fenómeno La Niña y el efecto invernadero”. La Niña es el evento frío del Pacífico, contrario al evento cálido: El Niño. El efecto invernadero es un fenómeno benéfico, porque regula la temperatura de la tierra. Sin embargo, los estudios advierten sobre cambios en el invernadero terrestre, producidos por la emisión de gases por parte de las sociedades humanas. Las catástrofes ocurridas son poca cosa, comparadas con lo que podría ocurrir si las tendencias no cambian. Por ello se firmó el protocolo de Kyoto, que ha sufrido la oposición de las trasnacionales asociadas al gobierno del presidente Bush.
A pesar de que las limitaciones intelectuales y éticas de Bush resultaban evidentes desde el principio, los estadounidenses lo reeligieron. Claro que ahora están muy arrepentidos de votar por uno de los peores gobernantes de los Estados Unidos. Hoy le están retirando su apoyo hasta miembros de su propio partido. El caso es que Dios no eligió ni reeligió al desacreditado mandatario, fueron los gringos. ¿La voz del pueblo es la voz de Dios? Sólo si el pueblo tiene acceso a información apropiada y suficiente, lo que no ocurre ni en Colombia ni en Estados Unidos.
En el país, nos acercamos a otra elección crucial. No se trata de elegir a una u otra persona sino una u otra forma de enfrentar y solucionar los problemas. Si tenemos muchos problemas de contaminación y desastres ¿Es lógico que se pretenda acabar –como se lo ha propuesto este gobierno- con lo poco que había en términos de legislación e instituciones ambientales? Minambiente se quedo sin ambiente y en la legislación de aguas y bosques vamos para atrás, como el cangrejo.
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