Vanguardia Liberal, agosto 10 del 2005
Hace unos años, me correspondió participar en la selección de un equipo de trabajo que se encargaría de realizar una dura tarea de caracterización de vertimientos y aguas corrientes en Bogota. Era una tarea exigente que implicaba disciplina, competencias y capacidad de trabajar en equipo. De ahí que –con los compañeros que realizamos la escogencia del grupo- nos esmeramos en contratar gente confiable y competente. Terminada la selección, constatamos -con sorpresa- que más del 80% del personal seleccionado eran mujeres. No fue algo que nos habíamos propuesto, es que las chicas seleccionadas se lo merecían. Este resultado nos alcanzó a preocupar pues el trabajo implicaba una alta exigencia física y existían ciertos riesgos, relacionados con el trabajo de noche y en zonas peligrosas y contaminadas. Sin embargo, el trabajo se cumplió a satisfacción de todo el mundo y nunca nos arrepentimos de haber seleccionado un equipo integrado –casi en su totalidad- por mujeres.
Unos 10 años atrás, por allá en 1990, había seleccionado un grupo de trabajo parar realizar una tarea similar en todo el departamento, que se concretó en el libro La crisis del agua en Santander. En esa época, la mayoría de los integrantes del grupo (60%) eran hombres. También obtuvimos buenos resultados, lo que nos condujo a descubrir el agua tibia: las competencias no dependen del género. En 1990 existía un porcentaje menor de mujeres profesionales, de ahí que era más probable seleccionar hombres con esa formación. Pero en las últimas décadas se ha incrementado -en forma notable- la participación femenina en las universidades. En la actualidad, hay más mujeres que hombres en los campus. Según un informe del Banco Mundial: “de cada 100 estudiantes (universitarios) en Colombia, 52 son mujeres y la probabilidad de culminar los estudios es mayor entre las mujeres”. Esta investigación concluye que: “las mujeres colombianas rinden más” que los hombres.
Por lo anterior, me ha sorprendido la reacción de algunos uribistas, que han cuestionado la decisión del alcalde de Bogota de nombrar mujeres en las alcaldías menores. Lo primero que uno piensa es ¿por qué no protestaban cuando todos eran hombres? En este sentido, Lucho Garzón advirtió que lo que se presentó no fue una violación de la meritocracia sino de la machocracia. Las elegidas se ganaron su puesto y punto.
Hace unos años, me correspondió participar en la selección de un equipo de trabajo que se encargaría de realizar una dura tarea de caracterización de vertimientos y aguas corrientes en Bogota. Era una tarea exigente que implicaba disciplina, competencias y capacidad de trabajar en equipo. De ahí que –con los compañeros que realizamos la escogencia del grupo- nos esmeramos en contratar gente confiable y competente. Terminada la selección, constatamos -con sorpresa- que más del 80% del personal seleccionado eran mujeres. No fue algo que nos habíamos propuesto, es que las chicas seleccionadas se lo merecían. Este resultado nos alcanzó a preocupar pues el trabajo implicaba una alta exigencia física y existían ciertos riesgos, relacionados con el trabajo de noche y en zonas peligrosas y contaminadas. Sin embargo, el trabajo se cumplió a satisfacción de todo el mundo y nunca nos arrepentimos de haber seleccionado un equipo integrado –casi en su totalidad- por mujeres.
Unos 10 años atrás, por allá en 1990, había seleccionado un grupo de trabajo parar realizar una tarea similar en todo el departamento, que se concretó en el libro La crisis del agua en Santander. En esa época, la mayoría de los integrantes del grupo (60%) eran hombres. También obtuvimos buenos resultados, lo que nos condujo a descubrir el agua tibia: las competencias no dependen del género. En 1990 existía un porcentaje menor de mujeres profesionales, de ahí que era más probable seleccionar hombres con esa formación. Pero en las últimas décadas se ha incrementado -en forma notable- la participación femenina en las universidades. En la actualidad, hay más mujeres que hombres en los campus. Según un informe del Banco Mundial: “de cada 100 estudiantes (universitarios) en Colombia, 52 son mujeres y la probabilidad de culminar los estudios es mayor entre las mujeres”. Esta investigación concluye que: “las mujeres colombianas rinden más” que los hombres.
Por lo anterior, me ha sorprendido la reacción de algunos uribistas, que han cuestionado la decisión del alcalde de Bogota de nombrar mujeres en las alcaldías menores. Lo primero que uno piensa es ¿por qué no protestaban cuando todos eran hombres? En este sentido, Lucho Garzón advirtió que lo que se presentó no fue una violación de la meritocracia sino de la machocracia. Las elegidas se ganaron su puesto y punto.
Ahora, el hecho de ser mujer no es que sea una garantía de transparencia, pues es evidente que muchas llegan a los cargos públicos a reproducir los desmanes que los hombres vienen realizando desde que se fundó la República. Vemos –por ejemplo- que no hay ninguna diferencia entre la voltereta que protagonizaron Pastrana y Serpa con la que pegó Noemí. Ellos y ella dejaron tirada la dignidad, al olfatear el primer plato de lentejas que les ofreció Uribe, el “comprador de conciencias” según Pastrana.
Para terminar: ¿Por que no pensamos en elegir una mujer a la gobernacion o a la alcaldia de Bucaramanga a ver si se endereza el torcido rumbo que lleva esta ciudad y este departamento?
Hablando de mujeres preparadas, una de ellas, la doctora Consuelo Ordóñez, dictará una conferencia sobre Servicios Públicos y Medio Ambiente, el martes 16 de agosto a las 6 PM, en la calle 35 No. 30-07.
1 comentario:
Influencia: me imagino que las mujeres van a seguir siendo influenciadas por el poder, de demostrar que son mejores que los hombres, creo que esta guerra ya se acabo y se demostro que somos iguales con algunas excepciones que confirman la regla, ahora queda seguir defendiendo los derechos de las mujeres que es diferente.
Alfonso Velasquez
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