El
pasado mes de enero, en el contexto del debate sobre “despenalización” de
drogas sintéticas, el senador Roy Barreras advirtió que el “gran problema de Colombia con
relación al narcotráfico está vinculado con las drogas suaves, como la marihuana
y la cocaína” (Caracol Radio). Vale la pena hacer algunas precisiones, pues la
clasificación entre drogas “suaves” y “duras” es cuestionada pues es como decir blanco y negro, ignorando
los matices.
Para completar, en las escalas basadas en estudios académicos que clasifican
las drogas, la cocaína no se encuentra en la misma categoría que la marihuana.
(Entre otros, David Nutt y asociados, revista médica The Lancet, 2007). En esta
escala, la cocaína es considerada mucho más dañina que la marihuana en términos de dependencia y
daños físicos ocasionados. Se incluyen
otras, en categorías intermedias, como el alcohol y algunas drogas sintéticas. (Development of a
rational scale to assess the harm of drugs of potential misuse, Revista
médica The Lancet, 2007, 369: 1047–53).
No
parece entonces conveniente meter en la misma canasta a la marihuana con la
cocaína. Más peligrosa que la cocaína es
el basuco, llamada la droga de los pobres, a la que ya he hecho referencia en
este espacio (Ventajas de legalizar drogas ilegales, Noviembre 2011). Esta
no aparece en listados académicos pero
es fabricada masivamente con residuos de cocaína y otras porquerías químicas en
las ollas que proliferan en las barriadas pobres de las ciudades colombianas. De tal manera que hablar de drogas “suaves” o “duras”
es simplificar en extremo un tema muy complejo.
En
el caso de la marihuana, se considera que sus efectos son menos nocivos que
otras pero esto no significa que no genere ningún efecto nocivo. Por ejemplo,
la revista de divulgación científica francesa
Science y Vie (febrero de 2013) presenta una revisión de los efectos de la
marihuana sobre la salud; sobre todo para personas que empiezan a consumirla en la
adolescencia. Se citan estudios que asocian su consumo con la esquizofrenia, la
depresión, la disminución de las capacidades intelectuales e incluso con
aumento de cáncer de testículo.
La profesora Daniela
Parolaro de la Universidad de Insubria (Italia) concluye: “La evidencia epidemiológica sugiere que el consumo de
cannabis es un factor de riesgo para la esquizofrenia y contribuye a la exacerbación
de los síntomas y al empeoramiento del pronóstico en individuos con
predisposición”. (Consumo de cánnabis de los
adolescentes y esquizofrenia: Evidencias epidemiológicas y experimentales, Adicciones, 2010 ·
vol. 22 núm. 3).
El neurotoxicólogo de la Universidad de Utrecht, Raymond
Niesink, explica por su parte que “el
consumo de cannabis durante la adolescencia puede perturbar el desarrollo de la
corteza prefrontal, y por lo tanto puede llevar al desarrollo de trastornos
psicóticos y síntomas psicóticos”. (Revista científica Progress in Neurobiology,
2010 Jul 15).
Otros estudios relacionan el consumo de marihuana con la depresión, la
disminución de las capacidades intelectuales (Science & Vie, febrero 2013) e
incluso con aumento de cáncer de testículo (http://www.cancer.org/cancer/news/news/study-links-marijuana-use-to-testicular-cancer).
Publicaciones de este año sugieren que “Fumar marihuana puede aumentar el riesgo
de accidente cerebrovascular en adultos jóvenes” (CBS News, febrero 2013). “El
cannabis ha sido considerado por el público como una droga relativamente
segura, aunque es una sustancia ilegal", advirtió el Dr. Alan P. Barber,
profesor de neurología clínica de la Universidad de Auckland en Nueva Zelanda,
en un comunicado a la Asociación Americana del Corazón. Y añade "Este
estudio muestra que podría no ser el
caso, ya que puede provocar un accidente cerebrovascular". http://www.cbsnews.com/8301-204_162-57567943/marijuana-smoking-may-increase-stroke-risk-for-young-adults/
Sea
como fuese -drogas duras, blandas o intermedias- el caso es que, como ya lo han señalado numerosos
especialistas, la estrategia represiva fracasó. Lo que los adictos necesitan es
asistencia médica y apoyo familiar, no cárcel, como propone la caverna nacional. Ahí sí que el “remedio” resulta peor que la
enfermedad.
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